Discernir la voz de Dios
Para escuchar la voz de Dios tienes que bajar el
volumen del mundo. Dios nos habla a través de nuestras facultades: memoria, entendimiento,
voluntad. A través de una imagen o unas palabras. Recibimos una revelación y
luego hay que discernir si es la voz de Dios.
Hay unos puntos que nos ayudan a discernir
Dios sigue enviando profetas y queremos ser uno de
ellos. Juan propone probar el contenido de la revelación que hemos recibido:
una palabra, una imagen, un pensamiento, un sentimiento. El fuego quema las
impurezas y deja al oro puro (cfr. 1 Juan 4,1), pero el diablo intenta
confundirnos.
Nuestros pensamientos y deseos pueden venir de Dios,
pero no siempre, a veces pueden venir de los espíritus malignos.
1. El discernimiento no es un proceso tajante, el
discernimiento te puede decir: esto viene de Dios, esto viene del enemigo. Dios
habla según su naturaleza. Si percibo a Dios como enojado, mi percepción
será errónea. En el Antiguo Testamento Dios se revela como un tipo, en el Nuevo
Testamento Dios se revela en Jesús, imagen perfecta de Dios, es la teología
perfecta.
Moisés le dice a Dios: Muéstrame tu gloria. El
Señor proclamó que es misericordioso, lento para la ira, paciente y abundante
en bondad amorosa.
En el Nuevo Testamento dice Jesús: el Padre y yo
somos uno. Jesús revela al Padre, Jesús le dio un rostro a Dios. Tenemos la
responsabilidad de valorar las Escrituras. Eso impactará nuestra oración.
2. Si nuestro pensamiento no está de acuerdo con
Jesús, discernimos que eso no viene de Dios. Señor, ¿eres tú? El diablo
no nos lleva a evangelizar. Jesús quiere que evangelicemos con amor, sin temor,
no con mentalidad de obtener algo de Dios.
El diablo opera a través del engaño, porque es su
naturaleza, mentir. Para discernir, todo se reduce a la Escritura y a lo que
enseña la Iglesia.
3. Necesidad de la consciencia y de honestidad.
Cuando estés cansado no ores por respuestas, sólo descansa, recibe. Desde la
paz el Señor me redirige.
4. El poder clarificador del abandono. Cuando algo tiene más peso que Jesús, eso es un ídolo no
podemos escuchar correctamente. Pero si entregas todo a Dios, podrás escuchar claramente
la voz de Dios. Verifica tu estado de abandono.
Deléitate en el Señor y él concederá los deseos
de tu corazón (Salmo 37, 4), entonces tus deseos se
purifican. Todo esto florece en el abandono. Piensa en tu identidad como
Templo de Dios. Hay un altar para el sacrificio. Toma tu deseo y ponlo en el
altar. Dios recibe nuestra ofrenda y nos da su voluntad.
5. Considera el contenido de una palabra y el
efecto que tiene en ti (dominio propio, bondad, frutos del Espíritu). Si lo
que escuchas es acusación, rebaja y condena, déjalo, es el enemigo.
¿De qué manera viene la Palabra? Si es desesperada no
es de Dios porque “no hay temor en el amor” (1 Juan 18). Dios es amor, no
temor. El enemigo quiere hacerse pasar por un ángel de luz. Si hay miedo no hay
que sucumbir al temor. Dios no tiene interés en
controlarte, él solo quiere hijos libres. El enemigo quiere
esclavizarte y alejarte de Dios.
“Tus debilidades no son
tu responsabilidad, son la responsabilidad de Dios”. Si el enemigo te propone algo dile
en voz alta: En el nombre de Jesús renuncio a esa palabra (2 Cor 10,5). La
luz de Dios es capaz de purificar todo lo que has visto. Si escuchas la voz de
Dios vas a llegar lejos con su apoyo.


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