El ministerio profético y la mina de oro
Un conferenciante se alejó de Dios en secundaria, fue
rebelde, luego fue a una universidad estatal y tuvo una experiencia de muerte
cercana. Sus padres lo cambiaron a la universidad franciscana y siguió siendo
fiestero. En el tercer año, en una oración junto al sagrario, tuvo una
conversión; vio lo que es el pecado. Vio que debía mantener a los jóvenes por
el camino estrecho. La gente no escucha lo suficiente sobre el pecado y lo
está cometiendo, pensaba. El fruto fue que mucha gente se volvió temerosa
del pecado, y se refugiaron en el grupo de jóvenes.
Jesús llamó al arrepentimiento, ministraba uno a uno,
como fue el caso de la historia de Zaqueo, un recaudador de impuestos (Lucas
19). Jesús entró en Jericó y vio a Zaqueo subido a un árbol, Jesús no le dice
que conocía sus pecados, sino que quiere ir a su casa y estar con él. ¿Qué
convenció a Zaqueo? la bondad de Jesús. Jesús está actuando y nos da su
Espíritu. Invitar a su casa es abrirle el corazón, Jesús quiere entrar en su
vida y mostró una bondad natural hacia él. Lo que lleva al arrepentimiento es
la bondad de Dios, no el miedo. Jesús logra que la gente se arrepienta porque
se muestra bondadoso. Su trabajo es amar a la gente.
San Pablo habla y convence a los gentiles. La profecía
es un arma de amor de alta calidad. Es el don del Espíritu Santo que tiene el
poder de llevar a la gente al arrepentimiento.
Hay que fijarnos en el don de lenguas y profecía en la
Iglesia primitiva. Si estamos juntos en un lugar y todos hablan en lenguas, y
llegan personas extrañas ¿no dirán que estamos locos? (cfr. 1 Cor 14, 23). Una
muestra de que la Iglesia está renovada es que se parece a la Iglesia
primitiva. Una persona que viene se va a dar cuenta que, los secretos del
corazón serán revelados. ¿Cuál es el contexto en que lo dice? Hay una
tipología de esta profecía en 1 Samuel (juez y profeta), Saúl trabaja para su
padre y los burros desaparecen, va a buscarlos. Pregunta por el vidente, que es
Samuel, y éste le dice que ya los encontraron. Samuel derramó una vasija de
aceite en su cabeza y lo consagra como príncipe de su pueblo, pues Dios le
había dicho que Saúl sería el rey. Saúl se siente un don nadie y de la tribu
más pequeña, pero con esa profecía ya desea ser rey. Samuel le dice los
secretos que hay en su corazón.
Saúl se une a un grupo de profetas, Saúl recibe una
palabra profética, “vas a ser rey”, pero no basta. Dios le dio un nuevo corazón
a Saúl (1 Samuel 10,8). La palabra que Samuel le da a Saúl cambia su corazón.
¿Cómo fue esta transformación? Samuel comprendió lo que Dios quería de Saúl. El
propósito es centrarse en Dios y sus caminos. La gente sigue teniendo libre
albedrío, por ello Saúl le falla a Dios posteriormente.
La analogía de la mina de oro
Ser profeta es semejante a ser un minero de oro que
busca el metal precioso, pero no es fácil de encontrar. Hay muchas cosas sin
valor en la mina. El oro es el propósito que Dios tiene sobre cada uno, pero
alguien tiene que encontrarlo. Sabemos sobre San Pablo por lo bien que
respondió al llamado.
Los planes de Dios para nosotros son un
futuro lleno de esperanza. Si buscas a las
personas, hay que atender antes a lo que el Corazón de Dios desea para ellas.
La profecía está bajo la oración de intercesión: “Dios dame una palabra, una
imagen, y dime: ¿cómo quieres que la comparta?”.
Teresa de Calcuta
decía: “Si tienes tiempo para juzgar a la gente, no tienes tiempo para
amarlos”. No puedo juzgar a la gente por su pasado, pues entonces cierro mi
corazón para su futuro.
Con la visión humana vemos los defectos humanos. Con
el enfoque sobrenatural vemos a la gente como podría ser en Cristo. Así que
podemos ver a un pre cristiano. Con el enfoque natural identificamos problemas,
con el sobrenatural percibes lo que Dios desea. Jesús nos dice: “Renueva tu
mente de cómo ves a la gente a tu alrededor”.
Con la mirada sobrenatural puedo hablarles sobre la
vida. Piensa en una persona a la que juzgas mal por su pasado, no la vemos como
candidata a lo sobrenatural, entonces nos equivocamos. La profecía le habla a
la gente, la anima, la conforta, la consuela. Debes ser una persona que
consuela a la gente a su alrededor. Bernabé significa “hijo de consolación”. Vuélvanse
un Bernabé. Hay que tratar de ayudar proclamando la verdad, la bondad. Pon
primero a las personas, luego percibe algo bueno y luego ve el corazón. Podemos
desear una unción profética mayor y podemos pedirla.
Hay que construir la Iglesia con el combustible del
amor. La profecía elimina las divisiones. Si cualquier casa está
dividida no puede ir adelante.
Reza: “Jesús: Quiero conocer el oro, los planes que Tú
tienes para esta persona”. Bajas a la mina, encuentras piedras, carbón y oro,
si no encuentras algo bueno, debes seguir buscando. “Espíritu Santo, ¿esto es
oro?”.
Si Dios te muestra algo malo, pregúntale a Dios la
solución, Él es quien la tiene. El flujo profético puede bloquearse por el
juicio negativo que hacemos. Podemos pedir: “Jesús, quita los lentes
humanos y danos los lentes sobrenaturales para ver desde la perspectiva del
cielo”.

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