Juez musulmán oye a Jesús
https://youtu.be/MNlOp7gmmtw
Ahmed relata.
Cuando golpeaba ese mazo para mí era vacío, era como si un robot actuara en mi
lugar. Pedía, quería una respuesta, al menos un “estoy aquí”. Un día cualquiera
salía del juzgado, aburrido, quería ir a casa, entré al coche y allí sentí una
punzada en el pecho, la punzada se convirtió en apretón, un sudor frío me
corrió por la cara. El dolor se extendió por el lado izquierdo. Mis brazos no
obedecían, el volante se me escapó. Choqué, me sentí ligero, luego, oscuridad
total.
Por primera
vez en décadas no era juez, mis preocupaciones se habían esfumado. Vi un
puntito de luz, empezó a crecer. Toda mi atención estaba enfocada en ella, no
era una luz común, sentías más de lo que veías. Tenía un calor que abraza,
parecía inteligente. Sentí que estaba siendo visto por dentro. No sentí juicio,
sentí aceptación plena y un amor tan puro que no podía existir. De pronto una
figura, supe que era Jesús. Yo reverenciaba el Corán. Su presencia era real,
palpitante. La voz sonó dentro de mí: “Ajmed”, lo dijo con ternura. Una comprensión
fluía dentro de mí: imágenes, sentimientos. Me mostró que el mundo en que vivía
era un escenario. Existía una batalla. Las divisiones, los odios, eran
herramientas de esa guerra. Vi cómo las estructuras de poder eran pata mantener
a la gente ciega ante esa realidad. Yo había sido un peon en ese sistema. Me
mostró flashes de rostros, personas en salas lujosas, la élite y su
frialdad, planeando conflictos, por lucro, por control. Creaban el problema y
la solución. Y la parte más enfermiza era la “normalidad” de todo ello.
Pasé la vida
entera en reglas en rituales, no estaba sirviendo a Dios, estaba sirviendo a un
sistema, allí donde no había preguntas. Vi familias sentadas en la m isma sala,
cada una viendo en pantallas diferentes, no era sólo entretenimiento o
noticias, sino ideas para ponernos unos en contra de otros. Se usaba como un
arma, nos aísla y nos alimenta con la discordia. En ese momento me miró con una
intensidad y dijo: “El despertar necesita comenzar y debe ser contigo.” La
experiencia se intensificó, las visiones ya no eran de los poderosos
Vi niños
llorando en medio de ciudades bombardeadas. Sentí el hambre, el dolor de las
heridas.
Entendí que la guerra es espiritual. La voz de Jesús sonó de nuevo: “¿Ves este sufrimiento, Ahmed? Esta es tu llamada. Con esa frase sentí un cambio. La luz comenzó a disminuir, Un pánico me invadió, el pánico de volverá a la ceguera.

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