Trata de parecerte a Jesús

Cuando nuestros pensamientos se parecen a los de Jesús nuestros sentimientos pueden cambiar. A todos nos ayuda conocer sus relatos para tratar de imitar a Jesús.

La primera enseñanza pública de Jesús fue el Sermón de la Montaña (Mateo 5). En otro momento habla de la vid y los sarmientos y dice que, al sarmiento que da fruto, Dios lo poda para que dé más fruto (cfr. Juan 15,2). A veces no ponemos la mirada en Jesús. No somos podados al concentrarnos en nuestros problemas, en cambio, la Palabra de Dios nos poda, renueva nuestras mentes.

Un termómetro refleja la temperatura que lo rodea, no cambian el ambiente. El termostato enfría o calienta el ambiente. Un agente de cambio, un discípulo, es un termostato. Mi fecundidad no depende del ambiente que me rodea. Nuestro trabajo es responder a las inspiraciones del Espíritu Santo. Lo que necesitamos es la convicción de dar fruto depende de la vida interior, no proviene del mundo que nos rodea. Puedo dar fruto por la fe.

Jesús dice: Todo lo que pidan, lo recibirán. Estamos llamados a dar fruto y a avanzar el Reino de Dios. Pregúntale a Jesús cómo dar fruto. Desea ser termostato para influir en el ambiente.

Jesús sube con los discípulos a la barca, pasa al otro lado, se va a la parte trasera a dormir. ¿Por qué dormía? Porque estaba consciente del lugar de dónde venía, allá en el Cielo no hay tormentas. Los discípulos lo despiertan, tienen miedo. Jesús les dice: ¿Por qué tienen miedo?, ¿no tienen fe? Jesús habla al mar y se calma. La renovación de la mente parte de la oración. Los discípulos no estaban poniendo en práctica lo que Jesús les había enseñado. La fe se basa en su identidad, son hijos poderosos de Dios, tienen su autoridad. Dios los ha llamado a hacer lo mismo que Jesús; tienen la autoridad para cumplir la misión que Dios les ha dado. “Vayamos al otro lado”. Jesús busca personas dispuestas a hacer lo que él hizo, y él se regocija por eso.

Dios nos llama a hacer avanzar el reino de Dios; cuando se levanten tormentas no tiene que ser caótico. Jesús dijo: “Paz, ¡cállate!”. Y la tormenta se calmó, la oposición se tranquilizó. Antes de que llegue la misión hay que “ir al otro lado”. Si pedimos: Señor, trae sanación a esta familia, eso es intercesión. Tenemos ese poder y esa autoridad. Jesús no murió por una Iglesia impotente. ¿Qué hay del otro lado? Los gerasenos y un endemoniado. Jesús libera al endemoniado. ¿Por qué se desató la tormenta en el camino? Es un signo claro de que estaban a punto de doblegar al enemigo, al reino de tinieblas. El Espíritu nos ayuda a llevar adelante el reino de la luz.

Cuando sabes quién eres y a lo que Él te ha llamado, vas a ir a la guerra espiritual con paso firme, con el paso de hijo de Dios. Jesús construye todo un sistema bajo la fe. Eso es lo que nos pide: más fe.

No podemos tener una mente de restricción respecto a los milagros. Pedimos a Dios lo que necesitamos, siempre con la convicción de que Dios nos lo concederá si conviene, y en la mayor parte de los casos, conviene; Dios quiere curarnos, pero antes hay que perdonar -si hay algo pendiente- y pedir perdón, si es el caso. Luego, hay que renunciar al pecado, decir: “Señor, aleja de mí la afición al pecado y no me dejes caer en tentación”. O, si es el caso: “Espíritu de impaciencia y de violencia, en el Nombre de Jesús, ¡vete!”.

Hay que pedir a Jesús ser eficaces en nuestro trabajo apostólico o catequético. Jesús levanta la vista al cielo y pide sanación del corazón o del cuerpo para nosotros. Podemos enfocarnos más en el cielo que en la tierra, como Jesús.

 

 

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