Perdonar y pedir perdón


 

“Si en verdad queremos amar, tenemos que aprender a perdonar”, decía Teresa de Calcuta. Aun ante la más grave ofensa, el perdón, la reconciliación son fundamento de la unidad familiar porque se da con los más próximos, con los que más amas: tus hijos, tu pareja, tus padres, tus hermanos... el perdón es una gran manifestación del amor. Jutta Burgraff decía: “Perdonar es amar intensamente”.

ORACIÓN: Jesús: deseo perdonar, te doy a esa persona que me dañó, a esa persona te la encargo, le quito todo resentimiento, toda culpa, la libero de todo juicio. Jesús no quiero pensar ya en la deuda que tiene conmigo. Ten misericordia de ella. Trato de hacer un acto de fe, una decisión: dejar el enojo. Jesús yo perdono, pero Tú cura las heridas. Te doy gracias por la gracia de perdonar, por la liberación que con ella me das.

En el Nombre de Jesús rechazo todo pecado y el dominio de las tinieblas, renuncio al espíritu de control, de posesión, de discordia, de miedo, de guerra. Espíritus malignos, les ordeno salgan y no regresen, en el nombre de Jesús. Gloria a Dios por su bondad. En el nombre de Jesús elijo saber que Jesús me hizo su hija, le pertenezco a él y Él me pertenece a mí. Elijo seguirte, te doy mi pasado, mi presente y mi futuro. Te pido seas mi rey y señor. Manda tu Espíritu para que te conozca y te represente cada día de mi vida.

En Génesis 4, se habla de Lamec, prototipo del hombre vengativo. La venganza tiene la dulzura de la serpiente, es suave y venenosa; pero la venganza encadena, mientras que el perdón libera de la carga.

Hay personas que tienen un carácter muy difícil, y quizás son las que más cariño necesitan. Si nos sentimos muy agraviados hay que pensar que, comparado con lo que sufrió Nuestro Señor por nosotros, es realmente poco lo que sufrimos. De algún modo Dios nos obliga a perdonar al enseñarnos el Padrenuestro que dice: “Perdónanos como nosotros perdonamos”. Su misericordia es inagotable y nos dice: “Perdona tú también”.

De joven, el Padre Carlos Cancelado fue de voluntario a un hospital. Curó llagas y atendió enfermos con infecciones. Un día vio una niña recién nacida a la que   se le caía la piel y se encontraba mucho muy mal de su salud. Preguntó la causa, y la madre contestó:

̶ Diez veces traté de abortarla.

 ̶ ¿Por qué?

 ̶ Porque soy madre soltera y mi mamá me aconsejó que lo hiciera.

Carlos le dijo:

 ̶ Pídele perdón a tu niña, y dile a tu mamá que también se lo pida.

Así lo hicieron y al poco tiempo a la niña se le dejó de caer la piel y superó sus males.

En un mensaje mariano la Virgen nos dice: “Muchos no saben pedir perdón. Eso coloca de nuevo a mi Hijo en la cruz”. La petición del perdón es “el comienzo de una oración justa y pura” (cfr. CEC, n. 2631).

 

 


Comentarios

Entradas populares de este blog

La Eucaristía y María

Moda, estilo y modales

La eficacia de lo sagrado se recibe a modo de recipiente