Busca a Jesús



Buscar a Jesús

Para buscar a Jesús hay que hablarle: “Señor, ¿qué has sido para mí? ¿Qué quieres ser para mí? Jesús es el Amado, el Pastor, la Puerta, la Roca, la Luz, el agua viva, la Verdad, la vid, el Pan vivo, el nuevo Adán, el Cordero, el Señor, el Alfa y el Omega, el divino Huésped, el Viviente, el Rey, el Amigo. Tú eres mi Amigo.
¿Quién es Jesús? El que pasó haciendo el bien y obedeciendo a Dios Padre. San Pablo dice que Jesús es la persona en la que habita la divinidad corporalmente. Jesús: Eres el Inabarcable, pero ¿dónde estás? En el Pan, en la Iglesia, en los demás, en el alma en gracia, en la Cruz… No hay señal de haber encontrado a Cristo que pisar donde él pisó.
¿Dónde lo encuentro? En mi oración personal, en los sacramentos, en la lectura del Evangelio y en mi vida cotidiana pues Él siempre me acompaña si lo dejo acompañarme. Él es el Dios cercano y escondido, principalmente en la Eucaristía. Un santo le preguntó que por qué se escondía y Jesús le respondió: Porque cuando me hice visible me trataron mal, ahora me escondo para que me encuentre quien me tratará bien.
Señor: ¿Quién no es niño ante Ti? ¿Quién no es enfermo, pecador y pobre? Si te busco como niño, como enfermo, como pobre y pecador, acierto. Con esas condiciones, te encontramos. La condición para seguirlo es querer hacerlo. Te pedimos, Señor, que nuestro querer sea sincero. Para seguirlo tengo que dejar algo, en primer lugar el pecado, y luego queda el hábito de darle cosas, hasta llegar a la adhesión plena, en la que le decimos: “Aparta Señor de mí lo que me aparte de Ti”. Como eres Dios, para tratarte hay que darte todo, y amarte con todo el corazón, con toda el alma y con todas nuestras fuerzas.
La síntesis de toda la lucha es el yo o es el Tú. Dos amores fundaron dos ciudades –dice San Agustín-, la terrena, el amor propio hasta menospreciar a Dios y la celestial, el amor de Dios hasta el desprecio de sí mismo. Así empieza su libro de la Ciudad de Dios (De Civitate Dei). Estas dos ciudades, efectivamente, se encuentran mezcladas en la vida terrestre.
Luego, si el alma estalla en entusiasmo, puede decirle a Jesús: Buscamos tus huellas en todos los caminos de la tierra. Nos acercamos a tu historia de la salvación y nuestro corazón rebosa de alegría. Todo comunica tu mensaje de amor y nuestro corazón se llena de entusiasmo ante tu presencia bendita. Que seas Señor la luz de mi vida y de mis obras. Vemos la grandeza de tus manos y observamos que todo está salpicado de tu amor. Tu Rostro se descubre al ver de cerca tus pisadas. Te haces presente en el canto de estos pájaros, en la serenidad de las aguas y en el rostro de esta gente. ¡Oh Dios de la vida danos tu vida y tu ternura! Eres Dios de la luz que penetra todo y lo llena de alegría. Bendito seas Señor en la sencillez de la naturaleza, queremos ver tu Infinita Majestad a pesar de que te manifiestas en la sencillez, Señor, eres grande y nosotros queremos aprender a amarte más; vamos con el corazón gozoso; eres grande y nosotros aplaudimos la vida. Eres grande Señor y te damos gracias porque nos has dado la vida para que la vivamos con alegría. Bendito seas Señor en tu grandeza repartida a manos llenas entre nosotros. Tu sabiduría es eterna y has creado todo, tu ley Señor es perfecta, y has llenado el nuestro existir de armonía. ¡Oh Señor Dios nuestro!, danos sensibilidad y un corazón puro para apreciar las obras admirables de tus manos. Tu creación, ¡Oh Dios de la vida! es como un libro abierto, página a página, al corazón del hombre. Bendito seas Señor, cercano en tus sombras al hombre que has creado. Nosotros creemos en Ti y respiramos el don de la vida, Tú eres la raíz de nuestra existencia, y pedimos que el manantial de nuestro río empape la tierra y dé la belleza y la grandeza que emanan de Ti. Levanta nuestro corazón hacia ti, Autor de maravillas, a ti te cantamos con un corazón agradecido, Señor Dios nuestro, a ti te alabamos con el corazón lleno de gozo. A ti te damos gracias porque has manifestado tu amor bendito. Te pedimos que seas la luz de la vida de cada día.  Tu hijito pide que sea el Señor bendito, desde el amanecer hasta ponerse el sol, bendito en nuestro corazón, que busca la luz y ama la vida.
La borrasca de mis miedos e inseguridades la deposito en Ti. Ven a mi Barca que zozobra en la tempestad. Te suplico que me fíe de Ti, que me abandone en Ti, que mi fe sea firme como la roca. Contigo no tengo miedo porque Tú me conoces, porque eres mi Pastor y nada me falta. Tú cuidas mi casa, mi alma. Me das tu luz y tu ternura, conforta mi pobre corazón. Señor Jesús, llévame por el sendero que conduce a la vida eterna, que nada tema porque tú vas conmigo, tu vara y tu cayado me dan seguridad. Llena mi vida, tú serás siempre mi morada. Señor Jesús, da sentido a mi vida, fortalece mi fe, dame más esperanza e ilumina mi corazón. Gracias Señor porque contigo el camino se hace andadero y nada me falta. Eres mi pastor, eres mi guía y mi Maestro. Tú dijiste: “El que busca, encuentra”, permite que te encuentre.

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