En algún “meme" me llegó esta leyenda de Acción poética Colombia:
“Eres guapa. No guapa de esas que tienes cerca y suspiras, sino guapa de
aquellas otras que tienes lejos y te falta el aire”, y otro que reza así:
“Díganme si hay algo más triste que irte cuando quieres quedarte”. (Nota:
No perdamos de vista que la amistad es un tipo de amor).
¡Ah! ¡Qué caro es el amor! No me refiero sólo al dinero, sino a todo lo
que se requiere para mantener un amor durante muchos —todos— los años de nuestra
vida, pues bien sabemos que a veces amar no es fácil; incluso, a las personas
que más queremos: El cónyuge, los hijos, algunos amigos, etc.
El amor verdadero pesa mucho, por eso a veces resulta incómodo.
Enamorarse puede ser algo espontáneo, es producto del sentimiento; puede nacer
de una mirada, de un estar frente a una de esas personas que atraen por su
físico, por su voz, por su modulación, por una acción que nos resulta mágica.
Puede ser también una consecuencia del hambre de cariño que a veces nos
acompaña, sobre todo cuando se encuentra con ese alguien que nos roba el
corazón.
El amor de calidad es mucho más elaborado, más inteligente, más
voluntario. Requiere sacrificio y —aunque parezca absurdo o contradictorio—
también estudio, pues hay que pensar cómo, cuándo y dónde hablar, callar,
hacer, perdonar, pedir perdón, confiar, escuchar, esperar…; en fin, es toda una
ciencia muy complicada pues los seres humanos somos así.
Querer a alguien no es desear, como se desea un objeto. Las personas somos
imperfectas y cambiantes, es decir complicadas. Es falso que todos los hombres
somos iguales y que todas las mujeres también; cada individuo es único y
nuestra naturaleza se transforma cada minuto para bien y para mal. Todos
arrastramos una historia y un futuro con factores muy variados. Por eso no
podemos prever cuál será la respuesta a nuestros estímulos. No somos máquinas
que se puedan programar esperando un resultado preciso. ¿Cuántas veces habremos
escuchado o dicho: “Sí, pero no”?
El compromiso de “amarte y respetarte todos los días de mi vida” es de
los más difíciles de cumplir, pues cada uno de esos días será distinto y, con
el paso de los años, más todavía.
Amar significa entregarse, en parte o totalmente, dependiendo si es la
amistad con un amigo, o el amor al esposo o esposa. Si alguien no está en
condiciones de renunciar a sí mismo, no puede amar de verdad. En el matrimonio
la entrega es totalmente seria, y requiere, por lo mismo, un alto grado de
madurez, por eso hay tantos fracasos matrimoniales. La superficialidad que
vemos por todas partes deteriora más todavía nuestra naturaleza haciéndola más
frágil e inconstante.
No cabe duda que necesitamos poner mucha más atención en enseñarles a
los pequeños a querer sirviendo, pues sólo así se puede formar a los futuros
esposos y padres de familia. Esta ciencia es más importante que las matemáticas
y el inglés.
www.padrealejandro.org
Alejandro Cortés
González-Báez
Comentarios
Publicar un comentario