Pasatiempos y diversión

 


Hay muchos modos de divertirse. Hay jóvenes que van a tomar una cerveza o un café con amigos, y se la pasan bien pues tienen intereses comunes. Otras personas también se divierten solos, viendo un programa cultural o cómico, o investigando sobre temas actuales y deportivos.

Es mucho más divertido ver una película en familia o con amigos, que solo. Si un hijo quiere ver X película que desconocemos, hay que verla con él, no dejarlo solo, ya que no sabemos por dónde va.

La persona que desarrolla una actitud crítica trata de discernir lo que le conviene, tanto en sus amistades como en las películas que ve. Enjuicia los diversos programas y sus contenidos y ve el trasfondo ideológico. Es decir, desentraña su verdadero significado y sus intenciones ocultas. No se trata de recibir los mensajes pasivamente sino de interpretarlos.

Podemos pensar que los comerciales no son relevantes, sin embargo, son los principales medios para fomentar conductas de consumo y marcar estereotipos, que son conductas a seguir. Hay que tratar de analizar el objetivo real que persiguen.

Los medios de comunicación social presentan modelos para copiar. Las personas felices y normales, no son su interés. Los temas favoritos son los desastres y los problemas dramáticos. El mensaje más destructivo que hace llegar es que la vida normal, decente, estable y funcional es aburrida, es tan gris que ni siquiera vale la pena como historia para ser contada. Algunas personas, entonces, sienten que su vida no tiene sentido si no se relaciona con situaciones excitantes como caerse de un edificio, lidiar con explosivos, lograr que un amigo se emborrache, ver una seducción o luchar con triángulos amorosos.

En esos medios el protagonista, y sobre todo la mujer, vale porque es guapa, por lo que tiene, no por lo que es.

En los primeros 10 años de la televisión, una imagen permanecía en pantalla aproximadamente 70 segundos, y además producían con una o dos cámaras. Ahora tarda 8 segundos en promedio. Esto crea personas que no pueden estar quietas y que piensen poco.

Estamos en la época de la imagen. Para esta generación el mundo es el mundo que ven. Las cosas que no ven allí están, pero no interesan y ésta es la tragedia, porque todo nuestro conocimiento es abstracto. Las anteriores generaciones leían el periódico o escuchaban la radio, estaban interesados en la política y en la lectura. Sólo nos llamaba la atención aquello que podíamos entender. Ahora la gente no sabe que ver no significa entender. Y un ejemplo lo tenemos en el mundo actual: hay una “plandemia”, la vemos, pero pocos la entienden, no se sabe a su origen y objetivo, ¡y los hay! Además, se trata también y sobre todo de una batalla espiritual.

El mundo del entretenimiento es el lugar más adecuado para crear nuevos lenguajes y nuevas conductas del hombre. Es el medio donde mejor responden todas las tendencias de la existencia humana, a nivel masivo. Por eso, es importante ser un receptor activo crítico. Si una persona tiene capacidad crítica tiene madurez. Hemos de tener la capacidad mental para discernir el valor o contravalor que se nos presenta tanto en la vida real como en la televisión.

La convivencia con los hijos

Hay que fomentar la convivencia entre padres e hijos: sólo así se da una verdadera transmisión de valores. El niño aprende a ver el mundo como lo ven sus padres. Sus recuerdos más vivos coinciden con los pasatiempos que pasaron al lado de sus papás: cuando fueron a un restaurante, cuando reparaban la bicicleta, cuando iban de paseo o a nadar, cuando el padre recitaba una poesía, etc.

Un señor presentó a su hija una lista con 10 posibles actividades: cine, armar rompecabezas, futbolito, parque de diversiones, paseo en canoa, boliche, etc. La niña escogió: «día de campo en el parque». Lo más valioso para los niños no es el costo económico de una diversión, sino la convivencia con sus padres. Incluso, cuando desean ir a un parque de diversiones, muchas veces es porque estarán con papá y mamá.

Hay quienes se preguntan la razón de porqué sus hijos adolescentes no se comunican con ellos para contarles sus preocupaciones, inquietudes, alegrías, éxitos, fracasos, deseos, anhelos. Y es que muchas veces los padres no se preocupan por escucharlos. Si no ha sido capaz de escuchar las 99 menudencias que les ocupan, cuando llegue lo importante no te lo contarán.

El tema de las drogas es tema obligado con hijos de 12 ó14 años, pues es necesario “vacunarlos” a tiempo y explicarles que, con la droga, se les ofrece un paraíso artificial y falso, en el que pueden echar a perder su vida.

¡Cuántos problemas se podrían solucionar si aprendiéramos a callar y a escuchar, sin emitir un juicio de inmediato!


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