Jesús nos ama

 


Jesús nos ama

 Hay un libro precioso llamado Las 24 horas de la Pasión del Señor, donde Jesús le revela a una pobre aldeana de Corato (Italia), Luisa Picarreta, lo que pasó en las últimas 24 horas de su vida y lo que Él iba pensando en cada una de ellas. Luisa era muy cariñosa con Jesús, así que hay mucho que aprender de ella. Luego, en otro momento, escribe el Libro del Cielo, allí narra algo que el Señor le dijo, y es lo que nos podría decir a todos y cada uno: “Hija, yo soy Amor e hice a las criaturas todo amor: los nervios, los huesos, la carne, son tejidos de amor; y después de haberlas tejido de amor hice correr en todas sus partículas, como cubriéndolas con un vestido, la sangre, para darles vida de amor, así que la criatura no es otra cosa que un complejo de amor, y no se mueve por ninguna otra cosa sino sólo por amor; a lo más puede haber diversidad de amores, pero siempre por amor se mueve, puede haber amor divino, amor de sí mismo, amor de criaturas, amor perverso, pero siempre amor, no pude hacer de otra manera porque su vida es amor, creada por el Amor Eterno, por lo tanto, llevada por una fuerza irresistible al amor, así que la criatura, aún en el mal, en el pecado, en el fondo debe tener un amor que la empuja a hacer ese mal… ¡Ah! ¿Cuál no será mi dolor al ver en las criaturas la propiedad del Amor que he puesto en ellas, profanado, contaminado en otro uso?” (Libro del Cielo, vol 11-7).

A otra mística, ahora francesa, Jesús le hizo esta confidencia:  “¿Ves mis brazos extendidos en la Cruz? Extendidos, más que abiertos y hasta la dislocación. Y siempre quedarán abiertos para ser tu refugio dulce y perfecto”, le dice Jesús a Gabriela Bossis. Gabriela le pide: “Señor, ya desde ahora quiero ver en tus brazos a mi familia, a mis amigos, a mis difuntos”. Dios: “Agrega también a los pecadores; a muchos pecadores, pues para todos abro tan ampliamente mis brazos. No te dé miedo pedir: llena mis brazos con pueblos enteros, con naciones, paganos, tu tiempo, el tiempo pasado, los siglos por venir. Yo quiero tener a los hombres, uno por uno. Hay muchos que no están ya sobre la tierra, pero tampoco están en el Cielo: tus plegarias acortan su destierro. También con esto me consolarás en mi Agonía de Moribundo de Amor. ¡Con qué agradecimiento cantarás mi agonía cuando la comprendas! Por ahora puedes darme la alegría de tu fe y de tu cariño, para que el arcángel me los dé a beber” (Él y yo, n. 976).

Aquí se narra esa historia: https://youtu.be/3VUeYcFfHyc

Un profesor decía: El hombre satisfecho de sí mismo, orgulloso, no cree, no espera, no ora. ¿Qué es el alma que no reza? Es lo más frágil y vulnerable que existe.

¿Por qué es tan importante orar? Porque orar es amar.

San Gregorio escribió: Rezando alcanzan los hombres las gracias que Dios determinó concederles antes de todos los siglos. Otro santo, San Buenaventura, afirma que tiene el Señor por traidor a aquel que al verse sitiado de tentaciones no acude a Él en demanda de socorro, pues deseando está y esperando que se le pida para volar en su auxilio.

Santa Catalina de Siena dejó escrito: El alma que persevera en la oración humilde alcanza todas las virtudes.

Jesús toca a tu puerta. “Si tú me rechazas. Yo me quedaría frente a tu puerta”, dice a toda alma.

¿Por qué es tan importante orar? Porque orar es amar.

Jesús nos podría decir: Escúchame y te colmaré de mi amor. Te cuidaré como a la niña de mis ojos, te esconderé en la sombra de mis alas y te protegeré de aquel que utilice la violencia contra ti. Mira dentro de lo más profundo de tu ser y allí encontrarás mi sabiduría y mi amor. En lugar de sentirte abrumada, ven a mí. Yo satisfago toda necesidad. Yo te daré amor en abundancia. Yo, tu Dios, ilumino tus tinieblas. Donde quiera que tú vayas, yo iré; cuando pases por los ríos de la dificultad, no te ahogarás. Yo velo por ti, Yo te rescataré de tus adversarios. Descansa en Mí confiando en mi presencia. Vacía tu mente de ideas terrenales y Yo la llenaré. Lo que esperas puede ocurrir cuando menos te lo imaginas. No te concentres en las cosas pasajeras. Mi calendario no es el de ustedes, pero Yo siempre estoy en tiempo. La lucha no es tuya sino mía.

En Mí no existe la edad, el tiempo, la enfermedad o la muerte. Mi luz llegará a ti como una llama de gloria. El crecimiento espiritual se da en la tiniebla. Pregúntate: ¿qué debo aprender de la tiniebla?

Yo soy el Dios de todos; te llamo por tu nombre. He aquí que yo estoy a la puerta y llamo: si alguno abriere la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo (Apoc 3,20).

Si me abres tu corazón, Yo entro y asumo el control. En Mí eres libre de toda atadura. Eres libre de los errores y de las fallas del pecado si te acercas a Mí. Yo remuevo todo lo que vaya en contra de mi naturaleza.

Mis ojos velan por ti en todo momento, incluso ahora mismo. Tiernamente coloco mis manos sobre tu cabeza. Aliviaré tu angustia y bendeciré tus heridas. Clama a mí, yo camino contigo y delante de ti. Mi Palabra es como lámpara a tus pies. Yo puedo descubrir tu llaga escondida y sanar tu herida. ¡Déjame restaurar tu ama! Mi amor disuelve todos los problemas. Yo hago nuevas todas las cosas y purifico los errores que no conoces.

Te sostengo, te concedo aquello que está en tu corazón. Te daré mi gracia en cada momento. En las tribulaciones eres purificado. Cuando me entregas tus preocupaciones las recibo con infinito amor. Confía en mí desde lo más profundo de tu alma; hasta las cosas más difíciles se han de resolver. Clama a Mí, yo respondo a tu llamada. Yo te consolaré porque el Espíritu que mora en ti es mayor que cualquier circunstancia; saldrás con alegría y tendrás paz.

Mi gozo lava toda pesadumbre de tu existencia. Yo soy el purificador, soy tu ayuda y quien sostiene tu vida. Te instruiré, te aconsejaré y velaré por ti. Te guiaré por senderos que no has conocido. No te abandonaré.

A veces te puedes sentir débil. Todo lo que pidas en la oración creyendo que lo recibes, lo recibirás.

Espera en Mí en el silencio. Aquiétate, calma tu cuerpo y tu espíritu. Estoy más cerca de ti que tus manos y tus pies, que tu aliento. Comprométete conmigo y entrégame toda circunstancia. Aquiétate en aquel amor que aún no conoces.

Yo llego; tú no sabes cuando. Sólo confía. Yo estoy trabajando en ti; espera en Mí en la quietud de tu ser. Voy delante de ti enderezando los caminos. Cuando yo vierta sobre ti mi bendición, no habrá espacio para contenerla. Velo por ti. Soy tu refugio y fortaleza, soy tu seguridad en momentos de necesidad. Estoy en medio de ti; no te fallaré. No temas, sé firme y verás la liberación que haré a tu favor. Tengo poder sobre todo. Soy accesible en todo momento, sólo espero que me reconozcas. Búscame. No busques nada fuera de ti, yo soy el Todo suficiente que mora en ti. Te he designado para que vayas cosechando frutos.

 

 


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