Jesús nos ama
Jesús
nos ama
A otra mística, ahora francesa, Jesús le hizo esta
confidencia: “¿Ves mis brazos extendidos
en la Cruz? Extendidos, más que abiertos y hasta la dislocación. Y siempre
quedarán abiertos para ser tu refugio dulce y perfecto”, le dice Jesús a
Gabriela Bossis. Gabriela le pide: “Señor,
ya desde ahora quiero ver en tus brazos a mi familia, a mis amigos, a mis
difuntos”. Dios: “Agrega también a los pecadores; a muchos pecadores, pues
para todos abro tan ampliamente mis brazos. No te dé miedo pedir: llena mis
brazos con pueblos enteros, con naciones, paganos, tu tiempo, el tiempo pasado,
los siglos por venir. Yo quiero tener a los hombres, uno por uno. Hay muchos
que no están ya sobre la tierra, pero tampoco están en el Cielo: tus plegarias
acortan su destierro. También con esto me consolarás en mi Agonía de Moribundo
de Amor. ¡Con qué agradecimiento cantarás mi agonía cuando la comprendas! Por
ahora puedes darme la alegría de tu fe y de tu cariño, para que el arcángel me
los dé a beber” (Él y yo, n. 976).
Aquí se narra esa historia: https://youtu.be/3VUeYcFfHyc
Un profesor decía: El hombre
satisfecho de sí mismo, orgulloso, no cree, no espera, no ora. ¿Qué es el alma
que no reza? Es lo más frágil y vulnerable que existe.
¿Por qué es tan importante orar? Porque orar es amar.
San Gregorio escribió: Rezando alcanzan los hombres las
gracias que Dios determinó concederles antes de todos los siglos. Otro
santo, San Buenaventura, afirma que tiene el Señor por traidor a aquel que
al verse sitiado de tentaciones no acude a Él en demanda de socorro, pues
deseando está y esperando que se le pida para volar en su auxilio.
Santa Catalina de Siena dejó escrito: El alma que
persevera en la oración humilde alcanza todas las virtudes.
Jesús toca a tu puerta. “Si tú me rechazas. Yo me quedaría
frente a tu puerta”, dice a
toda alma.
¿Por qué es tan importante orar? Porque orar es amar.
Jesús nos podría decir: Escúchame y te colmaré de mi amor. Te
cuidaré como a la niña de mis ojos, te esconderé en la sombra de mis alas y te
protegeré de aquel que utilice la violencia contra ti. Mira dentro de lo más
profundo de tu ser y allí encontrarás mi sabiduría y mi amor. En lugar de
sentirte abrumada, ven a mí. Yo satisfago toda necesidad. Yo te daré amor en
abundancia. Yo, tu Dios, ilumino tus tinieblas. Donde quiera que tú vayas, yo
iré; cuando pases por los ríos de la dificultad, no te ahogarás. Yo velo por
ti, Yo te rescataré de tus adversarios. Descansa en Mí confiando en mi presencia.
Vacía tu mente de ideas terrenales y Yo la llenaré. Lo que esperas puede
ocurrir cuando menos te lo imaginas. No te concentres en las cosas pasajeras.
Mi calendario no es el de ustedes, pero Yo siempre estoy en tiempo. La lucha no
es tuya sino mía.
En Mí no existe la edad, el tiempo, la enfermedad o la muerte. Mi
luz llegará a ti como una llama de gloria. El crecimiento espiritual se da en
la tiniebla. Pregúntate: ¿qué debo aprender de la tiniebla?
Yo soy el Dios de todos; te llamo por tu nombre. He aquí que yo
estoy a la puerta y llamo: si alguno abriere la puerta, entraré a él, y cenaré
con él y él conmigo (Apoc 3,20).
Si me abres tu corazón, Yo entro y asumo el control. En Mí eres
libre de toda atadura. Eres libre de los errores y de las fallas del pecado si
te acercas a Mí. Yo remuevo todo lo que vaya en contra de mi naturaleza.
Mis ojos velan por ti en todo momento, incluso ahora mismo.
Tiernamente coloco mis manos sobre tu cabeza. Aliviaré tu angustia y bendeciré
tus heridas. Clama a mí, yo camino contigo y delante de ti. Mi Palabra es como
lámpara a tus pies. Yo puedo descubrir tu llaga escondida y sanar tu herida.
¡Déjame restaurar tu ama! Mi amor disuelve todos los problemas. Yo hago nuevas
todas las cosas y purifico los errores que no conoces.
Te sostengo, te concedo aquello que está en tu corazón. Te daré
mi gracia en cada momento. En las tribulaciones eres purificado. Cuando me
entregas tus preocupaciones las recibo con infinito amor. Confía en mí desde lo
más profundo de tu alma; hasta las cosas más difíciles se han de resolver.
Clama a Mí, yo respondo a tu llamada. Yo te consolaré porque el Espíritu que
mora en ti es mayor que cualquier circunstancia; saldrás con alegría y tendrás
paz.
Mi gozo lava toda pesadumbre de tu existencia. Yo soy el purificador,
soy tu ayuda y quien sostiene tu vida. Te instruiré, te aconsejaré y velaré por
ti. Te guiaré por senderos que no has conocido. No te abandonaré.
A veces te puedes sentir débil. Todo lo que pidas en la oración
creyendo que lo recibes, lo recibirás.
Espera en Mí en el silencio. Aquiétate, calma tu cuerpo y tu
espíritu. Estoy más cerca de ti que tus manos y tus pies, que tu aliento.
Comprométete conmigo y entrégame toda circunstancia. Aquiétate en aquel amor
que aún no conoces.
Yo llego; tú no sabes cuando. Sólo confía. Yo estoy trabajando en
ti; espera en Mí en la quietud de tu ser. Voy delante de ti enderezando los
caminos. Cuando yo vierta sobre ti mi bendición, no habrá espacio para
contenerla. Velo por ti. Soy tu refugio y fortaleza, soy tu seguridad en
momentos de necesidad. Estoy en medio de ti; no te fallaré. No temas, sé firme
y verás la liberación que haré a tu favor. Tengo poder sobre todo. Soy
accesible en todo momento, sólo espero que me reconozcas. Búscame. No busques
nada fuera de ti, yo soy el Todo suficiente que mora en ti. Te he designado
para que vayas cosechando frutos.
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