El libro de Job
El libro de Job es un libro sapiencial y
didáctico. Es sabido que Job es uno de los mejores libros jamás
escritos, un clásico de todos los tiempos. Es un libro hermoso, aterrador,
inquietante, misterioso y tierno, pero poderoso como un mazo si lo leemos con
empatía y franqueza, y no tratamos de “resolverlo”, afirma Peter Kreeft.
En el Antiguo Testamento la “sabiduría” se expresa con sentencias. En el libro
de Job, sin embargo, nos encontramos con una narración continuada: la de un
personaje fiel a Dios y sus sufrimientos humanamente injustificados.
Aunque se trata de un libro misterioso, su punto principal
es muy obvio. Un filósofo puede perder el mensaje, la lección, pero Job no. Si
el problema de Job es el problema de porqué existe el mal en el mundo, entonces
podemos afirmar que desconocemos la respuesta, nos identificamos con Job en su
ignorancia.
Gran parte del interés dramático de Job
proviene del contraste irónico entre el punto de vista de Job y el “punto de
mira” de Dios. El lector puede también compartir el punto de
vista de Dios debido al prefacio (capítulo 1), pero Job lo desconoce. Hay,
pues, una ironía constante, un contraste entre lo que le parece a Job y lo que
realmente es. Dios parece estar a prueba, Job está verdaderamente a prueba. Job
parece estar cuestionando a Dios, pero es Dios quien realmente cuestiona a Job.
Satán le dice a Yavé: Job es íntegro y recto porque tú
lo proteges, bastará con extender tu mano y tocar un poco lo que posee para que
te maldiga.
Dios deja en manos de Satán cuanto posee, y Satán destruye
sus posesiones, pero Job no maldice a Dios, sólo se queja y dice: “Dios me lo
dio, Dios me lo quitó, bendito sea Dios” (cfr. caps. 1 y 2).
El libro de Job posee diversos niveles de comprensión. Job
es un libro con muchas capas, quizás podrían ser cinco estas capas. La primera
es el problema del mal: ¿Cómo puede un Dios bueno permitir que le pasen cosas
malas a gente buena? La solución de sus tres amigos es simple: Job sufre porque
“no es buena gente”. Ante la alternativa de dudar de la bondad de Dios o de
Job, dudan de Job, él resulta el culpable de que le pasen desgracias.
En segundo lugar, está el conflicto entre fe y experiencia.
La fe de Job le dice que espere una recompensa justa, su experiencia le muestra
un sufrimiento inmerecido. Dios juega al límite con él…, ¡y Job pasa la prueba!
Dios no deja que se nos ponga a prueba más allá de lo que somos capaces de
soportar (1 Corintios 10,13).
En tercer lugar, está el sentido de la vida, expresado en
esta pregunta a Dios: “¿Por qué me sacaste del vientre materno? Hubiera yo
expirado y ningún ojo me habría visto” (Job, 10,18). Es un grito del que sufre,
es decir, desde la agonía.
En cuarto lugar, está el problema de la identidad. Cuando
los tres amigos vienen a consolarlo no pueden reconocerlo. Está desfigurado,
sentado en un montón de estiércol y cubierto de llagas. ¿Este es el Job que
anteriormente se sentó a las puertas de la ciudad resolviendo los problemas de
muchos que venían a consultarlo, brillando como un ejemplo de justicia?
¿Job, ha perdido su identidad? ¡Todo lo contrario!, su
sufrimiento le aporta su identidad más profunda, como los trazos de martillo y
cincel del escultor dan identidad a una gran estatua.
En quinto lugar, y el más profundo, es el problema de Dios.
Los propósitos, el carácter y la confiabilidad de Dios son el misterio revelado
en la Biblia y en Job. La pregunta es ¿quién es Dios para mí, para Job? Esta es
la clave para resolver otros problemas, porque Dios es quien da a Job su
identidad, su propósito y sus soluciones.
Tres amigos
Los amigos de Job son tres árabes que presentan argumentos
fuertes y Job no puede responder. Para los amigos de Job Dios es un objeto
ausente, indiferente; para Job, Dios es una persona presente e involucrada. Los
tres amigos muestran un trato cortés con Dios; Job tuvo un matrimonio
tormentoso con Dios, que incluyó peleas, pero no divorcio. Los amigos hablan
sobre Dios, Job habla con Dios.
La respuesta que sugiere el libro es, primero que nada, que
la bondad y justicia de Dios son mucho más misteriosas de lo que
pensamos. La bienaventuranza de largo alcance se compra con miserias de
corto alcance. El sufrimiento genera sabiduría, que es el corazón de la
bienaventuranza. ¿Por qué Job está satisfecho a pesar de que Dios no responde a
sus preguntas? Porque está satisfecho con la única respuesta posible. Dios
responde al interrogador, no a la pregunta. Así debe ser por el bien de Job. El
protagonista lo entiende cuando ve a Dios cara a cara. El vacío no tenía
sentido hasta que Dios vino y lo llenó, como una cerradura no tiene sentido sin
la llave.
Job es una figura de Cristo, es un “siervo sufriente”,
elegido por Dios para sufrir, no porque sea tan malo, sino porque es tan bueno.
En Job vemos el drama cristológico de la muerte y la resurrección, que se
desarrolla en un abismo del corazón donde las palabras “Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has desamparado?”, suben como una ofrenda preciosa y redentora al
cielo. Peter Kreeft comenta: Lo que sucede en el libro de Job es la Misa y Job
es el altar.
Finalmente, Job es reconocido como hombre justo y es
recompensado con una nueva familia y con unos bienes más numerosos que los
antiguos. En los tiempos antiguos todavía no se tiene noción del premio de la
vida eterna, sino que la recompensa es en la tierra.
Sacado en parte del libro de Peter Kreeft, Puedes
entender la Biblia. Prensa Ignacio San Francisco, 2005.


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