Profecías de Nuestra Señora del Buen Suceso (2ª parte)
RESUMEN
Nuestro Señor y la Virgen dan mensajes para Ecuador y para
la humanidad del siglo presente en los siglos XVI-XVII. Santa María le habla a
la Madre Mariana Francisca de los Ángeles, de la futura
independencia de su país. Le revela que crecerá el número de Judas que
venderían las cosas de Dios. Le es mostrada que Ecuador se salvará de ser
enterrado por un terremoto por las almas reparadoras.
En 1628 nuestra Madre le dice: Pobre hija de mi corazón,
desfallecen tus fuerzas naturales, pero aún no es tu tiempo de dejar la tierra:
siete años más por mis siete dolores. Los sufrimientos de tu vida te parecerán
después insignificantes y querrás haber sufrido más.
Al Niño Jesús los toman los Ángeles y lo llevan al Monte de
Pichincha, y el Niño dice que en ese lugar se hará la independencia. El 24 de
mayo de 1822 se dio la batalla de Pichincha, y Dios bendijo a los que dieron
heroicamente su vida por amor a la patria.
En otra aparición en enero de 1629, el Niño Dios le dice a
la Madre: Amamos mucho a esta tierra que
un día se llamará Ecuador. Un día será llamada la República del Sagrado Corazón
de Jesús, y así lo hizo un presidente posteriormente, consagró el país en la
catedral de Quito. Y añade: Cuando la
autoridad abuse de su poder, está próxima su ruina; caerá bajo los pies de
Cristo y después de esto, resurgirá la Iglesia.
Hay una advocación del Niño de Pichincha y aparece
crucificado porque así lo pidió Él, y pidió imprimir estampas de esa imagen.
El 2 de febrero de 1634 fue la última aparición del Cielo a
la Madre. El Niño dice: Ni el poder de
los reyes paganos pudo impedir la fundación de mi Iglesia, será fuertemente
combatida pero no vencida. Y se le explica que los dogmas atraen sanación y
liberación a la humanidad, y así será cuando se proclame el dogma de la Virgen
como Corredentora. Es un acto de reconocimiento al poder de Dios y de amor de
Hijo a la Inmaculada Madre. Es inaccesible al ser humano comprender la
conservación del cuerpo humano. No se han de poner en duda los dogmas de la
Iglesia porque se provoca la ira divina.
El Niño profetiza que la Madre Francisca de los Ángeles,
entregará el 4 de octubre a las 5 pm su vida terrena para ingresar a la
eternidad. Jesús dice que hay personas a las que concede vivir el purgatorio en
la tierra para que tengan más mérito en la otra vida. No saldrá del purgatorio
nadie hasta que haya pagado el último maravedí.
Si las almas dedicadas a Dios mostrasen un corazón dócil a
las inspiraciones de la gracia, ¿cómo les haría ver la pureza que necesitan las
almas para entrar al Reino?
Tendré almas desconocidas que me desarmarán cuando mi
corazón esté saturado por los pecados del siglo XX. ¡Cuánto me desagradan las
desconfianzas y los pecados veniales! Nada a medias me agrada, o todo o nada.
Cuando encuentro almas tibias los abandono y dejo que hagan sus caprichos. ¡Ay de
aquellos!
En marzo de 1634, la Sma. Virgen le dice: Si todos los
mortales conocieran lo que es el Cielo, no omitirían sacrificio para poseerlo.
La lámpara que arde ante el altar tiene varios significados. ¿Por qué se apaga?
Por varias razones. Que no se apague la luz preciosa de la fe por la corrupción
de las costumbres. Necesitarán fuerza de voluntad y mucha confianza en Dios
aquellas almas que ayudarán a restaurar la fe. Habrá persecuciones. Se apagó la
lamparita porque el siglo estará saturado de impureza. El espíritu de impureza
correrá por las plazas y sitios públicos sin que algo lo detenga, de manera que
no habrá en el mundo sino muy pocas almas vírgenes.
Habrá almas incautas que voluntariamente se entregaran al
diablo. La lamparita se apaga porque una secta se apoderará de todas las clases
sociales, perdiendo a la niñez, el demonio se alimentará del corazón de los
niños. Otras almas serán llenadas de vituperios, pero ellas, como sólidas
columnas, permanecerán inalterables. Habrá un prelado santo que velará por las
almas en Ecuador.
Los vicios atraen castigos como la peste, el hambre y la
apostasía. Para disipar esta nube negra habrá una guerra formidable donde se
derramará mucha sangre. El mal parecerá triunfar. Es entonces llegada la hora
en que colocaré a satanás debajo de mis plantas, por influencia de Nuestra
Madre.
La lamparita también se apagará porque gente rica verá con
indiferencia que se borre el nombre de Dios, adhiriéndose al espíritu del mal y
no ayudarán a la evangelización. Desde ahora hay que pedirle a Dios acortar el
tiempo de esta catástrofe.
El 10 de agosto de 1634, Nuestra Madre, la Virgen, le dice
a la Madre que la dicha y la paz sólo se encuentran en la cruz y en el
sacrificio. Los mortales se precipitan de abismo en abismo buscando los
deleites sensuales, buscando la dicha y la paz, pero estos huyen de ellos. La
enfermedad es el único y seguro termómetro que gradúa la virtud y el amor a
Dios. Son la mejor penitencia, exenta de ilusiones, orgullo y soberbia. A tus
hijas, incúlcales que sean buenas y santas, fieles a las promesas hechas al
Señor.
El siglo XX será el tiempo de la purificación de esta
comunidad. La Iglesia ecuatoriana será perseguida por 30 ó 33 años. El clero
secular dejará mucho que desear porque no se identifican con mi Hijo, vivirán
sólo en la superficie de su alma, sin apartarse de las cosas sensibles,
creyendo que son leales sólo porque viven dos o tres virtudes. Cada sacerdote
es la fibra más delicada del Sagrado Corazón, muchos se alejarán de él
dejándolo solo en sus Sagrarios, por ello ningún fruto sacan de la conversión
de los pecadores. En el purgatorio, las personas consagradas a Dios sufrirán
más porque recibieron más luces para el ejercicio de su labor.
Jesús le muestra su Corazón con espinas a la Madre Mariana
y le dice que algunas personas serán su consuelo. Esas espinas son las faltas
graves y leves de mis sacerdotes y de mis almas consagradas. Algunos se
retirarán con indiferencia, frustrando los grandes designios que tenía para
ellos. Su hielo herirá mi Corazón.
Jesús le dijo a Conchita Armida: Quiero que se honren los dolores internos de mi corazón, que son
desconocidos.
La Virgen también le dice: La justicia divina descarga
castigos por los sacerdotes y personas religiosas porque están llamados a ser
sal de la tierra, al desviarse, aceleran los castigos. Los sacerdotes deben ser
el principal motivo de nuestra oración y sacrificio, porque convirtiéndose
ellos la nación se salva. A ellos les daré una gloria muy especial.
El 8 de diciembre de 1634 es el día de la última aparición
a Mariana. Se aparece el Arcángel San Gabriel que trae un Cáliz con la Sangre
de Cristo, que habla de la restauración por medio de la confesión, Jesús nos
lava y nos deja limpios.
Dios escogió a algunos, entre millares, para hacerlos
sacerdotes. Jesús les cuida con secreto esmero. Es padre, madre, juez… Cuando
el sacerdote esté ante el tribunal divino se le pedirá estrecha cuenta de las
almas. Estamos en el siglo XVII y dice Jesús: Los sacerdotes del siglo XX
deberán amar a Juan Bautista María Vianney, y lo dice 200 años antes de que
naciera este cura.
El Arcángel Gabriel viene con el copón y Jesús explica que
se va a hablar del dogma de la infalibilidad papal. Le revela que los masones
iban a querer tumbar ese concilio para que no se proclamara ese dogma.
La Eucaristía debe ser tratado con reverencia y amor, pues
Jesús está oculto bajo el pan. Hay que reparar por los sacrilegios contra Jesús
(los del siglo XXI son los más grandes de la humanidad).
El bálsamo de amor de Jesús son
los claustros y conventos, lo dice el Señor en el siglo XVII. Allí se encuentra
el remedio de todo mal físico y moral. Nadie se da cuenta de dónde viene la paz
de la tierra, la salvación de las almas, la disipación de grandes flagelos, la fertilidad
de los campos y la buena armonía entre las naciones. Y eso viene de esos
lugares de oración.
Dice Jesús: las innumerables estolas que trae San Rafael Arcángel
significan la acción práctica y el celo sacerdotal de los buenos sacerdotes que
trabajan en la viña del Señor. Estos son los siervos buenos y fieles que
entrarán en el descanso del Señor. Tenemos que apoyar a los sacerdotes en la
adoración eucarística. La clave está en los sacerdotes.
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