Concilio Vaticano II y su interpretación
Concilio Vaticano II y su interpretación
En este escrito me voy a basar en lo que dice, George
Weigel, en una conferencia y en un escrito. Weigel es escritor y politólogo
estadounidense, autor de Testigo de la
esperanza, libro biográfico sobre Juan Pablo II. Tiene nueve doctorados Honoris causa. Weigel sostiene que la
Iglesia Católica puede considerarse como la institución más polémica del mundo.
A diferencia de otros concilios ecuménicos, el Vaticano II
no proporciona “claves” de sus enseñanzas en forma de credos, definiciones,
cánones o anatemas. No proporciona las claves para su propia interpretación. Se
ha dejado al pontificado de Juan Pablo II proporcionar una interpretación
autorizada del Concilio. El Papa lo ha hecho con su propio magisterio y con
documentos magisteriales que reflejan las deliberaciones del sínodo de los
obispos.
De algún modo Juan Pablo II completó y
salvó el Concilio Vaticano II. Para 1978 había dos grupos: un grupo que decía
que nunca debería haber tenido lugar el Concilio, y otro grupo afirmaba que el
Concilio había disuelto la Iglesia y había que hacer una nueva Iglesia. Se
trataba de hacer borrón y cuenta nueva. El Concilio se iba a perder pues de su
recepción se habían hecho interpretaciones erróneas. Este rescate renovó la
idea del Concilio como una nueva Pentecostés.
Contrariamente a las
lecturas convencionales del significado del Vaticano II, Juan Pablo II insistió
en que el Concilio no tenía como tema principal la distribución de la autoridad
y la jurisdicción dentro de la Iglesia. Más bien, el concilio significó
revivificar dentro de la Iglesia un profundo sentido de sí misma como
sacramento para la salvación del mundo: la "communio" en la que
experimentamos, aquí y ahora, un anticipo de lo que Dios quiere para la
humanidad por toda la eternidad.
Todos los años, unos
días antes o después de Navidad, el Papa mantiene un encuentro con los miembros
más antiguos de la Curia Romana para hacer un balance del año que termina y una
previsión del que comienza. En 1987, Juan Pablo II utilizó esa ocasión para
promocionar su personal teología mariana de la Iglesia, contó a la asamblea de
prelados que el seguimiento de María es "más...fundamental" en la
Iglesia que la autoridad de Pedro, aunque ambos son esenciales. Uno puede
imaginar la sorpresa de alguno de los presentes.
Más tarde, en 2005,
el Papa Benedicto XVI utilizó el encuentro anual con la Curia para dar a sus
colaboradores, y por supuesto a la Iglesia entera, una idea clara de cómo
asimilar las últimas cuatro décadas de la historia de la Iglesia - con grandes
implicaciones en cómo pretende dirigir la Iglesia en el futuro. ¿Por qué ha
tenido el Vaticano II tantas dificultades en su recepción?, preguntó el Papa.
¿Por qué un Concilio pensado para renovar el dinamismo evangélico en el umbral
del tercer milenio ha generado por el contrario décadas de peleas agotadoras y
confrontación?
Uno de estos grupos
reformistas vio el Concilio como brusca interrupción con el pasado católico. El
segundo grupo de reformistas, que acometía una renovación de la vida cristiana
que se enraizaba en las mismas fuentes cristianas de la Biblia y los Padres de
la Iglesia del primer milenio, para enlazar con la modernidad en un distintivo
modo católico, vio el Vaticano II como el cumplimiento de las tendencias
reformistas de la iglesia en estado larvario desde hacía décadas más que una
ruptura con el pasado. El primer grupo de reformistas estaba entusiasmado,
incluso excesivamente, en su abrazo a la cultura contemporánea; el segundo
grupo quería que el diálogo de la Iglesia con el mundo moderno se desarrollase
en "una calle de doble sentido". El primer grupo parecía ampliamente
despreocupado con las tendencias auto-destructivas de la cultura occidental en
el final de la década de los sesenta; el segundo grupo veía esta erupción de
nihilismo y relativismo como un serio aviso, tanto para la Iglesia como para el
mundo moderno.
En su Alocución a la
Curia del 22 de diciembre, el Papa Benedicto subrayó la pertenencia a este
segundo grupo de reformistas y su convicción de que esta línea de
interpretación del Vaticano II reflejaba mejor las intenciones de Juan XXIII al
convocarlo y de Pablo VI al concluirlo exitosamente. Una interpretación del
Vaticano II según el modelo de "la discontinuidad y la ruptura",
decía el Papa, no es una auténtica, más aún es una falsa lectura del Concilio
de "la reforma" en continuidad con "las enseñanzas de Jesús [y]
los primeros mártires de la Iglesia".
De pontificado de Juan Pablo II, George Weigel dice que quizás fue el pontificado más
influyente desde la Reforma. Otros podrían calificarlo como el pontificado más
importante del segundo milenio cristiano.
Roberto de Mattei escribió un libro titulado Concilio Vaticano II, una
historia nunca escrita. Lo resumió así: “En el Concilio Vaticano II lo que
es bueno no es nuevo, y lo que es nuevo no es bueno”.
FUENTE: www.youtube.com/watch?v=h7Xlc2D77E8 presenta a George Weigel en Steubenville.

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