Filósofos clásicos y su actualidad
Un filósofo genial, Leonardo Polo hace una comparación entre tres
modos de saber: el mito o saber mítico, la filosofía centrada
en la clásica (aristotélica) y la revelación cristiana. Las tres tienen
su verdad, pero con jerarquía. La distinción entre estos tres tipos de saber
las aprovecha Polo para hacer una comparación: ¿qué es más importante? el
pasado, el presente o el futuro. El mito se basa en el pasado, la filosofía
en el presente y la revelación cristiana tiene su clave en el futuro (es
esperanza).
Polo trató de desenredar a los filósofos contemporáneos,
y sabe que tienen menos recortes de verdad, en los filósofos cásicos, sobre
todo, Aristóteles. La historia y la posthistoria son esperanzadores para el
cristianismo.
Hay muchos filósofos clásicos que son muy
atractivos porque van directamente a la verdad
El más clásico es Aristóteles ya que acierta en lo que afirma. Tomás de Aquino
le llamaba “el filósofo”- a los demás filósofos les llama por su nombre-,
aparte es el filósofo más leído.
Leonardo Polo aconsejaba comparar a otros filósofos
con Aristóteles para ver qué tan reductivas son.
Las ideologías son modos de pensar
cerrados que hay que aceptar sin chistar, sino te echan del
partido político. Otras formas de filosofía contemporánea también ponen punto
final, pero la de Aristoteles y Polo no ponen punto final, siguen abiertas, no
cierran el panorama, son optimistas. El último libro de Aristóteles, De
animae, dice que el alma está abierta a conocerlo todo. En el Cielo también
se crece.
Leonardo Polo dice que lo que ha visto como propuesta:
El filósofo que pone punto final, se equivoca. Antes de morir, Polo
dijo: la Filosofía Trascendental es lo más importante que he descubierto, pero
con la Cristología se amplía esa filosofía y hay que ir a más.
Nuestra situación es de crisis en muchos
ámbitos. Los factores de crisis han existido antes, pero ahora
están más agravados: la familia, muchas personas no saben qué es la familia;
las vocaciones escasean; Europa no tiene recambio generacional; hay crisis
política, no hay líderes; no hay trabajo de iniciativa. Esto lo plantea muy
bien un documento del Concilio, la Gaudium et spes.
Miremos esto con los tres tipos de saber mencionados
en el inicio, a ver si esos tipos de saber nos llevan a alguna solución.
El mito pone el acento en el pasado.
Todo lo que vivimos ahora se debe a lo que ya pasó; vivimos las consecuencias
del pasado. La solución no se puede lograr de modo completo, se puede paliar
solamente porque el problema es ancestral. El mito es pesimista. En las
escuelas decadentes helenísticas el mito llevó a tener una visión pesimista, e
influyeron en los romanos Séneca y Cicerón. Dicen algo de verdad, está en todos
los pueblos primitivos, eso es verdad, es el pecado original que nos afecta a
todos. El mito es un saber veritativo.
El cristianismo no pone el centro de atención
en el pecado original sino en la redención obrada por Cristo. Nos quedan las
secuelas del pecado original ¡cierto!, pero vino Cristo y volverá a venir para
dotar de solución a todo. El cristianismo no es exactamente mítico, lo
desborda.
¿Qué entiende Polo por lo teológico? Alude a esos
saberes y lo aplica a lo largo de la vida. La filosofía pone el centro de
atención en el presente. Puedo hacerme cargo del fundamento pensando ahora. El
pensamiento es capaz de descubrir más verdad. A través de la teoría busca un
fundamento que ayude a entender la verdad en todos los ámbitos, y ese
fundamento es fundante, funda ahora. Aristóteles es optimista.
Los dos temas que estos tres saberes tocan
son: el fundamento y el destino. En la Ética a
Nicómaco Aristóteles dice que el intelecto funciona presentando siempre la
verdad en esta vida, no sabe qué pasará en la otra. Cuanto más tiempo pasa, más
me encariño con los mitos porque no sé que pasará después de la muerte. Este es
el defecto que tiene Aristóteles y ese defecto es superado con el
cristianismo.
Mi época ¿es más mítica, más filosófica o
más cristiana? Parece más mítica porque la mayor parte de
la gente no encuentra solución al sentido de la vida. No se sabe explicar por
qué estamos aquí. Durante el siglo XX se da como fundamento y origen de la vida
humana los monos. ¡Pero eso no es filosofía, no funda el presente! También pasa
eso en la Psicología. Freud da explicaciones míticas, lo mismo sucede con el
racismo alemán. La clave está en el pasado, son explicaciones míticas. Todos
los nacionalismos son míticos, no mira al futuro suficientemente, se
enfervorizan con sus costumbres.
El alma, el presente, funda al cuerpo, mira al futuro,
al crecimiento de virtudes, a los hábitos del entendimiento y de la voluntad, la
libertad es apretura al futuro no desfuturizable. El futuro no se
vuelve pasado (al revés de las interpretaciones míticas).
Los tres modos de saber -no son tres errores- tienen
su parte de verdad. No tengo que prescindir ni del lapsus del pecado original (la
propensión a enfermades, a errores y a la muerte) ni de la filosofía que
resuelve problemas graves, hoy ahora. No pasamos al futuro sin mirar el pasado
y el presente. El cristianismo de algún modo “bautizó” la filosofía y añade que
Dios es providente.
Nuestra cultura histórica, ¿es más compatible con el
mito, la filosofía o el cristianismo? Nuestra sociedad no tiene suficientes
pilas ni filosóficas ni cristianas para solucionar los problemas, por tanto,
es más pesimista que optimista. Nuestra época se parece más a la época
precristiana, pagana. Si nos decidimos a ser auténticos cristianos es posible que
todo salga adelante con el tiempo. El cristianismo tiene 21 siglos, tiene
soluciones.
Cualquier situación que abandona a Dios es post cristiana,
es decir, se vuelve precristiana y vuelve al pesimismo, a la
falta de solución. Si cambiamos el futuro por el presente dejaríamos de crecer,
y en Dios siempre hay novedad, así que el optimismo crece exponencialmente.

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