¿Nueva ética mundial?
“La
ética mundial esconde un programa anticrístico enraizado en la apostasía
occidental”, afirma Marguerite A. Peeters, y es impulsado por minorías
poderosas.
Ahora
el énfasis se pone en estar bien con uno mismo y con su comodidad. No se trata
de una sociedad que no quiere a Dios, sino que quiere dioses nuevos.
Personas
que nunca hubieran podido estar en puestos de poder, ahora lo están. Los que
siguen a Dios son golpeados fuertemente. Los que hacen la voluntad de Dios se
tienen que esconder. Los que son contrarios a Dios son puestos como modelo, son
líderes de la cultura y de la política. No se eligen a los cristianos, al
contrario, se les acalla. Luego viene la persecución.
En el
nombre de la tolerancia se puede hacer y decir lo que se quiera. Se trata de
tolerar solamente el mal, y si hablas en contra no serás tolerado. El espíritu
de nuestra época es de tener un nuevo orden mundial, una sola civilización.
Hay un
vuelco en la cultura. Tratan lo profano como santo, y lo santo como profano. La
nueva ética conlleva un espíritu de arrogancia y de blasfemia no hay nadie por
encima de sí mismo. Se trata de redefinir la sexualidad, redefinir la
moralidad, redefinir el matrimonio. El hombre se declara a sí mismo Dios.
Una
revolución cultural mundial
Nuevos
conceptos se extendieron a través de un nuevo lenguaje: género, consenso, salud
reproductiva, derechos sexuales, derecho a elegir, elección informada,
orientación sexual, empoderamiento de la mujer, espiritualidad secular… Este
lenguaje tiende a excluir palabras como: amor a la verdad, moralidad,
conciencia, ley, fe, sufrimiento, castidad, esperanza, naturaleza, amigo,
enemigo, autoridad…
Tales
nuevos conceptos son omnipresentes. Empapan todo. Se vive en una cultura
gobernada por los valores del consenso. La posibilidad de un auténtico consenso
co-existe con un programa radical. Los nuevos conceptos están
interrelacionados.
La ONU
argumentó que los “problemas globales” no sólo requerían soluciones globales,
sino también valores globales, una ética que sólo ellos podrían forjar. De
acuerdo con esta lógica, lo que los gobiernos necesitaban, no era un debate, sino la experiencia del terreno y los
conocimientos técnicos de las ONGs. La mayoría cometió el error de adherirse al
mito de la neutralidad sin interesarse en el fundamento antropológico e ideológico
de estas cuestiones.
Por
su mandato, la ONU es una organización intergubernamental. Se suponía que el “consenso
global” debía reflejar la voluntad de los gobiernos y que éstos a su vez debían
representar la voluntad del pueblo. Pero en la práctica, las normas mundiales
fueron construidas por “expertos” elegidos en función de su orientación
ideológica.
La
ética mundial se posiciona por encima de la soberanía nacional. Traspasa toda
jerarquía legítima. Establece una conexión directa entre ella y el ciudadano
individual, lo cual es propio de una dictadura.
En
la nueva ética, se le da enorme importancia al “derecho a elegir”, valor
supremo de la nueva cultura. Peteers explica que “el radicalismo postmoderno
estipula que el individuo, para ejercer su derecho a elegir, debe liberarse de
todo marco normativo, ya sea semántico (definiciones claras), ontológico (el
ser, lo dado), político (soberanía del estado), moral (normas trascendentes),
social (tabúes, lo que está prohibido), cultural (tradiciones) o religioso
(dogma, la doctrina de la Iglesia). Esta supuesta “liberación” ser convierte en
un imperativo de la nueva ética. Pasa por la desestabilización y la
deconstrucción (dos palabras clave de la postmodernidad) de las definiciones claras,
del contenido del lenguaje, de las tradiciones, del ser, de las instrucciones,
del conocimiento objetivo, de la razón, de la verdad, de las jerarquías
legítimas, de la autoridad, de la naturaleza, del crecimiento, de la identidad
(personal, genética, nacional, cultural, religiosa, etc.), de todo lo que se
considera universal y, por consiguiente, de los valores judeocristianos y de la
revelación divina”.
Cuando
se aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948, la cultura
occidental todavía reconocía la existencia de una “ley natural”, de un orden
“dado” al universo, y de un “Dador”.
La
ausencia de definiciones claras es el rasgo dominante de todos los términos y
expresiones del nuevo lenguaje global, de todos los paradigmas postmodernos.
Los expertos que han forjado los nuevos conceptos se negaron explícitamente a
definirlos claramente, alegando que una definición concisa limitaría la
posibilidad de cada uno de elegir su propia interpretación, lo cual contradice
la norma del derecho a elegir. Los niños pueden elegir su propia opinión,
independientemente de los valores que reciban de los padres (derechos del
niño).
La
salud reproductiva conlleva el derecho a no reproducir (aborto “seguro”, acceso
universal a “la más amplia gama de anticonceptivos”). La salud reproductiva es
el caballo de Troya del lobby pro aborto y de la revolución sexual mundial. A
pesar de su carácter eminentemente incoherente, la salud reproductiva se
convirtió paradójicamente en una de las normas más aplicadas de la nueva ética
mundial.
La
ética de la elección se jacta de eliminar jerarquías. Sin embargo, al imponer
mundialmente la “trascendencia” de la elección arbitraria, engendra una nueva
jerarquía de valores. Coloca el placer por encima del amor, la salud y el bienestar
por encima de lo sagrado de la vida, la participación de grupos de interés
especiales en el gobierno de los asuntos públicos por encima de la
representación democrática, los derechos de la mujer por encima de la
maternidad… (Marguerite A. Peeters).
El
resultado final de la dictadura global del relativismo es la deconstrucción del
hombre y de la naturaleza, y la propagación cultural de la apostasía en el
mundo y en particular en los países en vías de desarrollo.
Al
igual que los sistemas ideológicos del pasado, la ética mundial terminará
deconstruyéndose. Dios no quiere que tengamos miedo, sino que estemos
vigilantes, que estemos alegres. Pero los cristianos no siempre distinguimos
entre el nuevo sistema ético, construido y los designios de salvación de Dios,
que son eternos. Las dos lógicas van en direcciones opuestas.
Comentarios
Publicar un comentario