Vivir la Liturgia
La
liturgia es la celebración de la fe. La acción más noble que la Iglesia puede
celebrar es la liturgia; no es tema sólo de clérigos sino que también es propia
de los laicos. La liturgia es la realidad misma de los sacramentos en cuanto
vividos y celebrados por la comunidad.
El
decreto Ad gentes n. 3, dice, lo que
el Señor ha predicado una vez hay que proclamarlo hasta la extremidad de la
tierra, porque sin el encuentro con Cristo no hay salvación.
Lo
más importante en la celebración es la actitud interior. El sacerdote que
preside la celebración es signo y sacramento de Jesucristo. La Liturgia de la
palabra es un diálogo entre Dios y su pueblo.
Liturgia
significa servicio público. Es la adoración oficial dada a Dios por su pueblo.
La imagen de rey es una idea concreta. Dios debe ser tratado como rey,
especialmente en la liturgia. Allí se hacen las decisiones. No se puede separar
la liturgia de la economía, la política, la sociología… de nada. Hay quien no
ve la conexión entre la Misa y el mundo. Es una belleza de la Iglesia. El mundo
busca instintivamente a la Iglesia.
Arrodillarse
Nos
arrodillamos para pedir perdón; para doblegar nuestro orgullo; para entregar
nuestras lágrimas a Dios; para suplicar su intervención; para agradecerle un
don recibido. Es un gesto que expresa esencialmente nuestra pequeñez ante Dios.
Sin embargo, realizado en diferentes momentos de nuestra vida modela nuestra
profunda interioridad y posteriormente se manifiesta externamente en nuestra
relación con Dios y con nuestros hermanos. Hemos de arrodillarnos con plena
conciencia de su significado simbólico y de la necesidad de expresar, mediante
este gesto, nuestro modo de estar en presencia del Señor (cfr. Papa Francisco, Desiderio desideravi, n. 53).
Algunos
consejos prácticos para los que se levantan a leer podrían ser los siguientes:
Los
lectores no deben leer sino proclamar,
es decir, comunicar autoritativamente, el mensaje bíblico.
Los “pecados” del
lector son:
- No
preparar la lectura leyéndola previamente.
- No saber
usar el micrófono.
- Ir vestido
en forma inconveniente.
- Balancearse
al leer.
- Dirigir la
lectura al libro, no al pueblo.
- Decir
“primera lectura o segunda lectura” o lo que está en letra roja.
- Leer con
prisa, sin proyectar la voz. No hacer pausas.
- Decir las
palabras y no el mensaje, porque falte entonación.
- No hacer
el silencio final, antes de decir “Palabra de Dios”.
- Que sea la
misma persona la que lee las lecturas y el salmo responsorial.
Para
estudiar la liturgia como misterio en la economía de la salvación, los padres
del Concilio Vaticano II se remitieron a la Biblia y a los Padres de la
Iglesia. El catecismo de la Iglesia Católica sigue esta misma tendencia. La
liturgia es esencial en el plan salvífico de Dios, pero requiere de una
participación fructuosa. Una directiz de Benedicto XVI es revitalizar la
liturgia.
Se
recomiendan el libro de Jean Corbon,
Liturgia Fundamental. Misterio-Celebración-Vida. Libros Palabra, Madrid
2001, y el libro de José Antonio Abad, La
celebración del misterio cristiano. EUNSA: Pamplona, 2005.
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