Todo empieza como una relación inocente
En nuestra sociedad apresurada hay pocos espacios y casi ningún tiempo para
compartir nuestra intimidad con nuestro cónyuge e incluso con algún amigo o
pariente muy cercano. Por eso se hace especialmente peligroso cuando se
presenta la ocasión de que alguna persona empiece a ocupar el espacio que
debería ocupar nuestro cónyuge.
La historia es siempre la misma: el cónyuge infiel desarrolló una
relación que empezó como una inocente amistad, con alguien al que poder hablar,
alguien que le escuchaba, que se preocupaba.
En una sociedad especialmente hostil, es importante proteger el
matrimonio con una atención especialmente fuerte. "Cada uno es tentado
por sus propios deseos que le atraen y seducen; estos deseos, una vez
concebidos, engendran el pecado, y el pecado, una vez crecido, engendra la
muerte" (Carta de Santiago 1, 14-15). Necesitamos plantar un seto de
protección alrededor de nuestro matrimonio, es decir, tomar decisiones ya, por
adelantado, que mantengan la tentación lejos y hagan del matrimonio una
prioridad.
La mayor parte de la gente que
termina teniendo un lío no quería tenerlo; la infidelidad empieza como una
relación inocente que termina alcanzando una profundidad emocional que cruza la
línea de la fidelidad. A veces
esa relación comienza tomando un café con una mujer que no interesa, de
entrada...
Los matrimonios fuertes se consiguen pasando tiempo juntos, riendo
juntos, jugando juntos. Si no tienes citas con tu pareja, planea ya citas para
los meses que vienen y haz que pasar tiempo juntos sea una prioridad.
Para proteger tu
matrimonio podrías escuchar lo que dice un analista del matrimonio:
Presta atención a lo que piensas. Si todo el
día estás pensando en los fallos de tu cónyuge, si el tiempo que dedicas a
pensar en él o ella se centra en defectos y reproches, es fácil que cualquier
otra persona pueda parecerte mejor y te atraiga. Haz una lista por escrito de
los puntos fuertes que inicialmente te atrajeron de tu pareja. Aumenta el animar
y apoyar y disminuye las críticas.
No juegues a comparar. Todos tenemos malas
costumbres, manías y errores. Es muy tramposo comparar a tu esposa o esposo con
un nuevo conocido, porque al recién llegado no lo estamos viendo en el mundo
real, en el mundo de compartir techo, cuidar niños a las tres de la
mañana, cuadrar cuentas, etc.
Guarda la vista y guardarás el corazón.
Matrimonios sólidos se destruyen cuando uno de los dos se aloca porque no
guardó la vista, y por ella entran deseos y vanidad. ¿Qué es lo que n os puede
retener en las zarzas del camino? La soberbia y la sensualidad.
Busca ayuda. Buscar ayuda es un signo de fortaleza. Busca ayuda quien está dispuesta
a presentar batalla; te darán una perspectiva serena, valiosa, para establecer
nuevas estrategias para proteger o defender o reconstruir tu matrimonio.
Vive la abstinencia desde tu
noviazgo. Si lo haces así, tu
matrimonio será un cielo. Te darás cuenta que él o ella no te usa, no te
“amarra” sino que te quiere mejor, casto virtuoso.
Y sucede que a veces hay
motivos para no querer cortar con el o la amante, por no saber qué decir: Dile
que hay amores que no agradan a Dios. ¿Cómo cuáles? como los amores
entre personas del mismo sexo, el adulterio, la lujuria y el egoísmo. En la
fornicación, los dos se unen en una sola carne de maldición.
Otro motivo es no querer herir.
─ No quiero lastimarla (o).
─ Más la vas a lastimar si perseveras en ese “juego” porque
la vas a mandar al infierno (y por la eternidad, sino se arrepiente a tiempo).
¿No te importa lastimar a tu familia, y sobre todo, a Dios? Quien peca
gravemente vuelve a crucificar a Jesús.
Un autor muy leído del siglo XIX decía que debemos de huir
de dos cosas: de “los demonios que no espantan y las cadenas que no suenan. Los
demonios que no espantan, son los malos amigos o compañeros: lo que el diablo
no puede hacer por si, lo hace por ellos. Las cadenas que no suenan son las
ocasiones y peligros: antes de caer en lo grave, sin sentirlo, suele caer y
quedar preso de ellas” (Vida Interior de XX, pág. 27).
Le preguntaban a un experto:
¾¿Acaso
aconseja ser casto?
Contestó:
¾Recomiendo
hacer un uso responsable de la propia sexualidad, si por eso se entiende ser
casto. Para ir adelante necesito
de los dos remos: el esfuerzo personal y la gracia de Dios. El otro remo es
necesario: la oración, los sacramentos, sino, es imposible vivir la vida
matrimonial como Dios quiere.
El umbral de excitación
del mundo actual está muy alto, y muchos lo quieren imitar. Hay actos
complementarios que, en vez de ayudar a la otra persona a que sea más persona,
animaliza. No se vale todo. Estamos en una sociedad muy erotizada, y nos
estamos olvidando de lo importante: de ayudar a que la otra persona no se
animalice. Es más fácil que el varón se animalice a que la mujer lo haga.
No podemos justificar el
mal; es muy fácil justificarlo. Hay que arrepentirnos, confesarnos y no pasa
nada. Si justificamos el mal nos estaríamos clavando puñales.
-Vivo
con un hombre que no es mi esposo.
-Si lo amas, ¡déjalo! No lo vayas a condenar.
La moral es el arte de
vivir. La moral dice cómo me tengo que comportar para ser bueno y para ser
feliz, para ser como el Creador me hizo, esa es la moral positiva. Si actuamos
conforme a la naturaleza seremos felices. Los sacerdotes que permiten
comulgar a los que viven en amasiato, los mandan al infierno y ellos se van más
abajo.
Satanás cree en Dios pero le desobedece.
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