El Rompimiento del noviazgo
Pocas veces se piensa en ¿qué
pasaría si llego a romper con él (ella)? Más bien se piensa: “Eso le pasa a
otros (otras), a mí no”. Las reglas del juego, las expectativas que cada uno
tiene sobre el otro —tales como ser leal y sincero, pasar tiempo juntos,
distribuir de manera equitativa el esfuerzo y los recursos, y la existencia de
una cualidad especial; intangible: “la magia”— pueden esfumarse. Es aquí en
donde se da la confusión de sentimientos y emociones.
Al romper, lo normal es que uno se
desconsuele por unos días o por unas semanas, pero si hay fe la persona supera
el desconsuelo. Cuando muere un noviazgo, parece que todo el universo muere con
él.
No engañar
Es probable que esta sea la regla
en la que se debe mantener más cuidado de no violarla. Si no se puede confiar
en la propia pareja, la relación está casi condenada a morir. Es devastador
descubrir un engaño por parte de un novio o novia.
Cansancio y
aburrimiento
Sin
pretender agotar el tema podemos destacar que el mal de algunos jóvenes es:
- en el plano humano: la falta de
paciencia, y
- en el plano espiritual: la falta de
esperanza.
La juventud de hoy se aburre porque
tiene los sentidos despiertos y el alma dormida (cfr. San J. Escrivá, Camino, n. 368). Decía un joven: “Nada
nos atrae de manera decisiva, y todo nos distrae”.
Muchos adolescentes saben “lo que
no quieren”, pero no saben lo que quieren. Para que un joven sepa lo que quiere
necesita descubrir el amor como capacidad de dar y de recibir.
El corazón humano está hecho para
cosas grandes. Si la motivación es una de las principales consideraciones en el
inicio y mantenimiento de un noviazgo, se puede estar bastante seguro de que la
falta de motivación será una razón para el rompimiento, es fundamental para su
existencia, en particular en el cortejo. Si falta, se considera razón suficiente para que se termine.
Aparece otra persona
A veces
surge un segundo frente porque el novio (a) no cuidó la vista ni la
afectividad, y porque el amor es trasgresor. Preferir a otro (a) es un acto de
voluntad. No se puede explicar sin la intervención de la voluntad. La persona
que no quiere enamorarse, no se enamora.
Cambio de residencia o
de país
Cuando uno de los dos cambia de
lugar de residencia, es inevitable que se produzcan tensiones en la relación de
modo que las vidas dejan de estar “entrelazadas”. Hay nuevas oportunidades para
nuevas relaciones, y esas opciones o tentaciones pueden ser un obstáculo para
continuar.
Conflicto
Es
inevitable cierto tipo y grado de conflicto en todas las relaciones humanas —la
mayor parte de las veces se da por egoísmo o por soberbia—, y con frecuencia el
proceso de solución de conflictos es positivo, ya que promueve al crecimiento
de la relación, sin embargo, el conflicto también puede dar muerte a esa
relación. Las peleas entre novios pueden ser buenas porque así se conocen como
realmente son.
La
comunicación puede llevar a un acuerdo, pero el no saber escuchar conduce a que
cada una se aferre a su posición. Siempre
uno ama más que otro, por lo que la decisión
del rompimiento suele ser de uno de los dos.
Pero ¿qué pasa cuando una persona
desea terminar la relación? Puede haber muchas razones y no se le ha de ahorrar
a la persona la reflexión. La decepción de la otra parte constituye una etapa
crítica en la que se daña la autoestima por efectos del descalabro.
Hay muchos niveles
Imaginemos que la pareja camina por
un largo puente colgante. Este puede ser sólido o endeble; representa el
vínculo afectivo, capaz de romperse en cualquiera de las cuatro etapas:
enamoramientos, conocimiento, compromiso o intimidad. Cuanto más avanzada se
encuentre la relación, el precipicio debajo del puente será mayor y por
consecuencia la caída será más dolorosa. Cuanto más honda sea la caída más
larga y escarpada será la ruta de ascenso.
Superación de la crisis
Para superar la tristeza se
requiere vivir el dolor sin evasiones: lamentarse a solas, no reprimir el
llanto: es conveniente llorar hasta que se sequen las lágrimas y se logre el
completo desahogo.
El perdón verdadero son las cenizas
de la ira extinguida. Se perdona cuando ya no se recrimina a nadie ni se guarda
rencor, cuando no se recuerda el ayer con nostalgia. El perdón es la aceptación pacífica de los hechos, la conciencia de que
todo lo ocurrido.
Se recomienda fomentar el
entusiasmo y la libertad. También, que regrese la sonrisa al rostro. Así, la
persona asume el control total de su tiempo, se vuelve fuerte, autónoma,
jovial, etc...
Una prueba inequívoca de que se ha
superado el problema se da al encontrarse frente a frente con la persona (su
ex), sin que haya alguna exaltación emocional. Hay que sonreír pero sin
percibir que el corazón late más rápidamente ni que el sistema nervioso registra
la más mínima emoción.
El entusiasmo y la libertad se dan
en la soledad, en la que ya no hay dependencia de nadie, y también se puede dar
cuando se encuentra a otra persona que sepa valorarnos. Sin embargo, la persona
responsable de sí mismo no se encuentra a la “caza” desesperada de un
compañero, porque de otro modo, no le encuentra sentido a su vida.
Algunos padres de familia sufren
junto con los hijos los rompimientos de su noviazgo. Quisieran ahorrarles ese
dolor. No podemos, sin embargo, olvidar que los “golpes de la vida” son parte
del desarrollo personal; reflexionar es un acto interior de una especial
profundidad, en el que el hombre no puede ser sustituido por los otros, no
puede hacerse “reemplazar” por los adultos. Es necesario que el adolescente se
pronuncie, y supere el rechazo de que fue objeto con argumentos sinceros, eso
lo hará crecer y madurar. Es un momento clave para volverse más realistas y
conocer la fragilidad de las relaciones humanas.
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