Las tres ideas más preciosas que he descubierto
Peter Kreeft
Las ideas son más preciosas que los
diamantes. Hay tres ideas que he descubierto aunque ninguna de ellas sea
original. Quiero compartirlas ya que cada una puede ser revolucionaria a su
modo.
1. Una sola cosa es necesaria. Cuando tenía
unos seis o siete años vi que había una cosa que tenía sentido y orden a partir
de todo lo demás. Revisé mi intuición con mi padre, la autoridad más confiable
para mí.
- Todo lo que nos enseñan se reduce a una
sola cosa, ¿no es así?
-¿Qué cosa? Hay muchas cosas que son
importantes.
- Siempre debo preguntarme qué quiere Dios
de mí y luego, hacerlo. Eso es todo, ¿no?
- Hijo, creo que tienes razón.
Tenemos que amar lo que Dios ama. Si nos
volvemos hacia el conductor divino y seguimos su sabia batuta -que es su
voluntad, su Palabra- entonces la música de nuestra vida será una sinfonía.
2. El camino a la felicidad es el olvido de sí mismo. Somos
increíblemente lentos para entenderlo. Probamos continuamente otros caminos pensando
que esta vez la felicidad sí llegará a través del egoísmo. Y nunca llega. La
verdad de esta que idea es cegadoramente clara, pero somos claramente ciegos.
Fácilmente se olvida que el camino a la felicidad
es el amor abnegado y el camino a la infelicidad es la autoestima, la auto-
preocupación, y la búsqueda de la felicidad personal. La felicidad viene a
nosotros cuando no buscamos, llega cuando buscamos la felicidad de los otros. La
mayoría somos aprendices increíblemente lentos: Pensamos: no vino la última vez
por el egoísmo pero lo hará la próxima vez.
La lección del olvido de sí es tan conocida
que incluso un pagano como Buda sabía que la fuente de toda la infelicidad y
sufrimiento es el egoísmo. Los que enseñan lo contrario -que el egoísmo es el
camino a la felicidad - son infelices. "Por sus frutos los conoceréis
", como nos dice Jesús. ¿Quiénes son las personas más felices de la
tierra? Las personas como la Madre Teresa y sus monjas que no tienen nada, lo
dan todo y viven alegres.
De estos dos postulados se desprende el
tercero.
3. "Para los que aman a Dios todo es para
bien. Romanos 8:28 es literalmente cierto: Este es sin duda el versículo más asombroso,
más sorprendente en la Biblia. Es increíblemente simple y perfectamente
razonable.
Pero nuestra complejidad adulto que hace
que se vea turbia. Chesterton decía que la vida se complica siempre por una
persona sin principios. Si Dios es amor total, entonces todo lo que él quiere
para mí debe venir de su amor y será por mi bien. Porque el amor es desear el
bien del amado. No necesariamente será para mi bien inmediato, sino a largo
plazo. Él tiene el mundo entero en sus manos. Él podía quitar cualquier mal
como quien espanta una mosca. Lo permite porque al final será para nuestro
mayor provecho, como sucedió con Job. Dante acierta al decir que “el amor es el
que mueve el sol y todas las estrellas”. Dios es grande y Dios es bueno, vamos
a darle las gracias por todo.
Yo siempre había creído en el amor de Dios
y en su omnipotencia; pero una vez que puse las dos primeras ideas juntas, vi
la lógica conclusión inevitable (Rom 8:28). Nunca más podría ver el mundo de
otra manera. Si Dios es grande (omnipotente) y Dios es bueno (amoroso), todo lo
que sucede es para bien, es nuestro alimento espiritual; y podemos y debemos
darle las gracias por ello. Sin embargo, con frecuencia no somos capaces de
reconocer y apreciar esta verdad así de simple pero profunda.
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Estas son, en mi opinión, las tres ideas más profundas que he tenido. Sin embargo, hay una idea que he oído decir que creo que es aún más profunda. Es la respuesta de Karl Barth a la pregunta de un alumno:
Estas son, en mi opinión, las tres ideas más profundas que he tenido. Sin embargo, hay una idea que he oído decir que creo que es aún más profunda. Es la respuesta de Karl Barth a la pregunta de un alumno:
-
Profesor Barth, usted ha escrito decenas de libros y muchos de nosotros lo
consideran el mejor teólogo del mundo, díganos, de todas sus ideas ¿cuál es el
pensamiento más profundo que ha tenido?
Sin
dudarlo un segundo el gran teólogo contestó:
-
Que Jesús me ama.
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