El Papa Francisco está entre la espada y la pared
Los progresistas
quisieran un Papa vanguardista, y los conservadores quisieran un Papa más
tradicional. El Papa está entre la espada y la pared. Atacar públicamente al
Papa es clavar espinas en el Cuerpo Místico de Cristo.
La pregunta es:
¿Jesús pretendió fundar una Iglesia? En Mateo 16, 18 se lee que Jesús le dice a
Simón Pedro: “¿Tú eres Pedro y sobre esta
piedra edificaré mi iglesia, te daré las llaves del Reino”.
Dar “las llaves del
Reino”, tiene sus raíces en el Antiguo Testamento, ya que había un primer
ministro que cuidaba las llaves del palacio del rey. En Mateo 16, 19-20 Jesús
alude a Isaías 22, 15-22. Es fascinante este paralelismo. Isaías habla de un
ministro llamado Sobná, que podía abrir y cerrar por el poder delegado por el
rey, pero será sustituido por Eliaquim pues no ha sido un buen ministro o
administrador. “Él será como padre de los habitantes de Jerusalén” (v. 21).
Ahora este otro “abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá” (Is. 22,
22).
Cristo instituyó la
Iglesia e instituyó la figura petrina. Ningún rey tiene una investidura que se
iguale a la del Papa porque el Papa es la roca de la Iglesia. La Iglesia ha
permanecido 21 siglos y seguirá existiendo, como lo ha profetizado Nuestro
Señor.
El Papa con
frecuencia nos invita a orar por la paz, por el fin de la pandemia, por el
mundo, a crecer espiritualmente, y dice frases contundentes como ésta: “El
apego al dinero destruye la fraternidad humana y corrompe a las personas”.
También ha denunciado el gran número de familias que se destruyen por
enfrentamientos a causa del dinero. Este Papa no da puntada sin hilo, quiere el
bien de la humanidad y, como todo ser humano, se puede equivocar en cosas que
no son de fe. El Papa Francisco expresa en lenguaje coloquial lo que el Papa
Benedicto XVI dice.
Podemos disentir de
lo que el Papa diga, pero no hemos de burlarnos de él. Tenemos que apoyar mucho
al Papa porque es un buen hombre que vive asediado por lobos, él personalmente tiene
convicciones y muchas cosas buenas pero sufre muchas presiones. Da la impresión
de que el mundo está en manos del príncipe de este mundo, sin embargo, siempre
hay un gran margen de libertad.
El vicario de Cristo
sufre porque hay una corriente desacralizadora dentro y fuera de la Iglesia.
Benedicto XVI renunció porque consideró ya no era eficiente, pero no fue
presionado, simplemente, por razones de conciencia renunció.
Ciertamente, supone
una actitud pusilánime que los pastores hayan cerrado las Iglesias, y se haya
dejado de celebrar la Santa Misa, y eso sucede porque las autoridades se han
dejado manipular por los poderes civiles. Pueden dar normas para la sana
distancia y la higiene, pero no provocar esta catástrofe mundial que estamos
viviendo. Ahora es cuando a gente necesita estar cerca de Dios.
El actual orden
social anticristiano es persecutorio de la Iglesia. Las leyes que emanan de los
Gobiernos lesionan los derechos naturales, esto es parte del ateísmo o
indiferentismo religioso y de la filosofía que profesan. Ahora, además, quieren
que todos y todo esté controlado.
No podemos perder la
paz con la pandemia, es una cosa muy pequeña, tiene sus inconvenientes y
sacrificios, que podemos ofrecer a Dios.
El Cardenal Ratzinger
advirtió el peligro que había al interpretar el Concilio Vaticano II, y
entonces dijo: “Abrirse al mundo no es desviarse de la Cruz”. Eso llevaría a la
Iglesia a su fin.
El Papa Francisco es
auténtico Papa; se puede equivocar, como se equivocó Pedro, pero también puede
rectificar. Benedicto XVI renunció, ya no es Papa en funciones. Ojalá no seamos
críticos y jueces del Papa Francisco, que es el Vicario de Cristo.
México es un país
bendecido por Dios, es un lugar sagrado donde la Virgen de Guadalupe puso sus
pies y dejó su imagen. Tenemos la misión de conservar la fe y el amor a la
familia y a la vida. No dejemos que se implante una nueva normalidad ideológica. Empecemos por crecer espiritualmente,
sino viene la inmoralidad.
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