Exigencia al educar
Durante nuestro paso por esta
vida es lógico que debamos encontrarnos ante circunstancias de todo tipo que
nos resulten incómodas y difíciles. Además, a diario escuchamos relatos de
amigos que nos hablan de situaciones similares. También es cierto que cada
persona actúa de manera distinta en esos momentos. Unos tratan de huir, otros
caen en la desesperación y se dan por vencidos sin oponer resistencia, otros
simplemente se resignan y otros más hacen frente a las dificultades con
grandeza de ánimo.
En estos temas cuenta mucho el
tipo de educación familiar, pues hay padres que protegen en demasía a sus hijos
sin darse cuenta que eso no los ayudará. Otros son muy exigentes sabiendo
compensar ese rigor con el cariño y el diálogo, lo cual suele dar resultados mucho
más positivos.
Un ejemplo de maestro exigente es
el ingeniero Arturo Álvarez (1935-1992), fue todo un personaje en la
Universidad Autónoma de Guadalajara. Profesor de Química muy reconocido por su
dedicación a la enseñanza y por la exigencia hacia sus alumnos (con un buen
porcentaje de reprobados). Estaba plenamente convencido de que con los puros
conocimientos no se llega lejos, por ello se esmeraba en fortalecer las
virtudes de aquellos jóvenes. Un claro ejemplo de ello lo relata uno de aquellos
discípulos quien años más tarde llegaría a ser un destacado empresario. En un
agradecido testimonio por la exigencia de aquel profesor que no permitía la
entrada al salón después de las 7:00 AM en punto. Un buen día a la hora de
inicio de su clase, el ingeniero lo vio acercándose por el pasillo, pero le
cerró la puerta del aula, lo que le molestó sobremanera y se quedó afuera para
poder reclamarle su falta de comprensión a lo que él le respondió: “Mira
güerito: La vida no te va a esperar". Este comentario se le quedó bien
grabado y le sirvió durante toda su vida llegando a ser un hombre muy exitoso.
Desafortunadamente el ambiente
social y la mercadotecnia nos anima a la búsqueda de una vida cada día más
cómoda en la que se reprueba a aquellos padres, jefes, educadores y autoridades
que exigen conductas a las que muchos consideran anticuadas y abusivas.
Tristemente los resultados de esta mentalidad han ido fomentando la mediocridad
que, entre otras cosas, produce personas incapaces de soportar las cargas necesarias
para sacar adelante un matrimonio y, por lo mismo, una familia. Por eso se
explica que el número de fracasos matrimoniales crezca y con ello, la
violencia intrafamiliar, las infidelidades y los divorcios.
El tono de las redes sociales
suele ser tan crítico y cáustico, que si se presenta la Quinta Sinfonía de
Beethoven seguramente encontraremos cientos, o miles, de manitas con el pulgar
hacia abajo. Son de esas personas que parece que desayunan un kilo de ceniza
volcánica todos los días.
La repulsa a las virtudes de la
fortaleza y la exigencia las cataloga como injustas; y quienes defienden la
autodeterminación absoluta suelen terminar siendo ovejas y esclavos de sus
propios caprichos.
Alejandro
Cortés González-Báez
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