Octubre mes del Rosario
Una
niña de once años decía:
- Quiero darle cada día una alegría a Dios. Sé
que una de ellas puede ser jugar con mis hermanos pequeños, y otra, rezar una
Decena del Rosario o el Rosario completo.
El mensaje de María es “conviértete ya, cambia ya, no mañana”. María es
reina de la milicia celestial y terrena.
La hermana Lucia de Fátima hizo en 1957
una hermosa apología del rezo del Rosario: “En estos últimos tiempos, la Virgen
ha dado una nueva eficacia al rezo del Rosario, hasta el punto de que no hay
ningún problema, por difícil que sea, temporal o espiritual, que no pueda ser
resuelto por el rezo del Rosario. Con el Rosario nos salvaremos, con él podemos
santificarnos, consolar a nuestro Señor y obtener la salvación de muchas
almas.” Sólo la gracia de Dios puede romper las resistencias secretas del alma.
Otra
alma elegida nos dice: Todos los
problemas de las familias se resolverían si cambiaran la pantalla de televisión
por el rezo del Rosario.
La Virgen es la mujer escogida para ser la Madre de Dios, recibió todas
las bendiciones y toda la protección divina. En varias apariciones, la Virgen
ha pedido que recemos el Rosario a diario pues es el arma con la que se vence
al maligno.
No hay palabras humanas capaces de explicarlo, ¡cómo da serenidad!
La vida es preciosa, pero es dura, y muchas veces es nuestra Madre la que
acalla nuestra soberbia y nos ayuda.
Dijo John Rick Miller: Donde hay más bien, hay más mal para destruir el bien. Estamos en pleno
campo de batalla. Si le decimos que sí a Dios, estamos de parte del que vence.
No es casualidad que la Virgen haya querido quedarse en México. Nos dice cómo
vivir cada día. La presencia de la Guadalupana, cuidándonos, nos ayuda a
sabernos hijos de Dios, no hijos del mundo. Tenemos sangre bendita y es la que
producirá una gran luz de esta nación hacia las demás. Es el momento de
entender que es el momento de México. México es un don para el mundo, pero si
no lo entendemos, estaremos en tinieblas como el resto de las naciones. Nadie
tiene la presencia viva de la Bienaventurada Virgen María. Si nos consagramos
al Corazón de Jesús y de María, la mano protectora de Dios estará sobre
nosotros.
El Rosario es un
modo de venerar a la Virgen María, es una adoración a Dios y una derrota al
diablo; es humildad. Todo lo que la Virgen hace por nosotros es invisible y
nunca nos lo reclama. Estamos viviendo el estado espiritual más oscuro de la
historia de la humanidad porque es cuando hay más pecado, más maldad, pero
también el bien crece. Es un tiempo en el que vivimos las manifestaciones más
extraordinarias de María. No estamos viviendo su silencio. Está presente en la
historia en una abundancia gigantesca, a esto se le llama los océanos de María,
por esta razón abunda la gracia, porque abunda el pecado. Cada vez estamos más
cerca del regreso del Señor. Santa María es la Madre de gracia que protege a
todas las almas que navegan por este destierro hacia Jesús.
¿Por qué el
Santo Rosario es tan eficaz? Porque es una oración sencilla, humilde y, a través
de ella,
Benedicto XVI escribe: “Dos
de las más ricas y fecundas plegarias del cristianismo, que conducen siempre a
la gran corriente eucarística (son): el Viacrucis
y el Rosario. Si hoy nos encontramos
expuestos de un modo tan insidioso a la seducción de prácticas religiosas asiáticas,
se debe al hecho de haber abandonado estas plegarias” (Ratzinger, Informe sobre la fe, BAC Popular, p.
147).
Pablo es un muchacho colombiano que
estaba preso en Miami, Florida, oyó un programa en radio dirigido por Frank
Morera, le llamó y le contó su caso: La novia traficaba con droga. Él no tenía
nada que ver pero nadie le creyó. El fiscal le dijo: “Testifica contra tu
novia”. Él no quiso porque dijo: “Yo nunca vi la droga”. Frank Morera le dijo:
“Haz lo que tu conciencia te diga”. Pablo rezaba el Rosario. Llegó el día del
juicio. El muchacho salió libre y no lo deportaron. Luego la gente le
preguntaba: ¿Qué hiciste para salir?
“Recé el Rosario todos los días”. ¿Crees que rezando el Rosario se te van a
arreglar las cosas? Sí, como sucedió en Jericó, donde inexplicablemente se
cayeron las murallas ante el grito “Aleluya”.
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