Hábitos que cambian la vida
Tenemos hábitos que nos dan energía y otros que nos la
quitan. Hay veces que no sabemos que nos sucede: hay inestabilidad y mal humor.
Lo primero y lo más clave es saber cómo se está durmiendo. El ser humano necesita ocho horas de sueño para
repararse, o al menos, siete.
El desorden quita mucha energía y exige tiempo para
encontrar las cosas. La armonía y el
orden dan paz y elevan la inmunidad. La gente sedentaria se cansa mucho
más, por eso es importante caminar y hacer deporte,
al menos quince minutos, aunque lo ideal es caminar al menos 35 min. Si un niño
va a la escuela y hace deporte, va a aprovechar mejor el aprendizaje.
Los alimentos
también influyen en el bienestar. Hay alimentos que, por ser “ultra
procesados”, inflaman, y eso quita energía, como la comida chatarra. Un plato
saludable, con verduras y frutas, ayuda a sentirse bien. El café y la coca dan
energía, pero luego viene el bajón. Es más sano y más alimenticio tomar un
bolillo que un cereal.
Todo pensamiento
genera una imagen, si uno visualiza algo negativo, se bajan las defensas:
“Nadie me quiere”, “nadie me comprende”, “en todo me va mal”, “estoy anclado en
un problema o en un abandono”… Son sentencias de muerte. Es mejor tener
pensamientos positivos y controlar los negativos.
“Somos mucho lo que pensamos”, dice Marian Rojas,
psiquiatra. Mi cuerpo no distingue una
amenaza real de otra imaginaria. Esos pensamientos que rondan la mente
tienen un impacto en la salud. Cuando pienso en modo soledad o miedo, me intoxico de pensamientos negativos.
Hay que saber gestionar las propias emociones. Ayuda
mucho regular las respiraciones y hacer, periódicamente, respiraciones profundas.
La voz interior
es “cómo me trato”. Ocupa muchos pensamientos al día. Para ser dueño de uno
mismo uno debe tener una voz interior adecuada. ¿De dónde viene esa voz
interior? Muchas veces viene de voces de la infancia que puede ser útil
analizar; otras veces viene de una pareja. Tenemos una red activa de
pensamientos. Si la voz interior me trata mal, asumo que las personas me tratan
peor, otras veces, esas voces nos llevan a detectar que el ambiente es hostil.
Lo primero es entender por qué soy así:
distinguir si es mi forma de ser o es fruto de cosas de mi infancia. Si soy muy
controlador, debo trabajar eso, sanarlo.
Cada vez que me hablo mal a mí mismo, me intoxico de
cortisol y eso tiene un impacto directo en mi salud. Tenemos que buscar qué
frases que nos decimos a nosotros mismos, nos machacan, y quitarlas, y
contestar: “Pero estoy aprendiendo” o “estoy luchando”. Otras veces nos ayuda
decir a la gente “buenos días o buenas tardes”. Hay que tener mensajes compasivos para nosotros
mismos y para los demás.
Los
hábitos que cambian la vida son: dormir bien, comer a
horas fijas, tener orden, fomentar los pensamientos positivos, amor a sí mismo
y a los demás, sonreír, respirar con profundidad varias veces al día,
conocernos cada día más, hacer un rato de oración cada día y sabernos amados por
Dios.
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