Educar el temperamento
Un
proverbio chino dice: “El tiempo que uno pasa riendo es tiempo que pasa con los
dioses”. Por eso hay que ver de cuando en cuando una película para reír. Un
proverbio persa reza así: “Recuerda que el día que naciste todos reían y tú
llorabas; vive de tal manera que cuando mueras, todos lloren y tú rías”.
Cuando el egoísmo toma posesión de una
persona, se inactiva toda posibilidad de virtud. Al contrario, cuando hay generosidad,
hay un ensanchamiento del alma. “La ausencia
de la humildad como la de la castidad apuntan a una desintegración
del carácter” (Carlos Llano).
El libro de Tobías dice: Porque
eras grato a Dios, era preciso que la tentación te probara (Tob 12,13).
Dios niega consuelo a sus mejores amigos, y la Biblia lo testimonia largamente.
El carácter es una estructura virtuosa. Pero toda virtud implica
autodominio. Y ¿cómo se nota que falta autodominio? Cuando “explotamos”,
contestamos mal o rezongamos. Ya se sabe que nacemos con un temperamento, y que el carácter es ese mismo temperamento,
pero educado. Cuando nos enojamos sin gran motivo, nos falta carácter. Es
una pena reconocer que nuestro tiempo ha perdido el señorío de sí mismo.
En la
Biblia, en el Libro del Eclesiástico, la Palabra de Dios nos dice: “Por ningún
motivo te enfurezcas con tu prójimo, ni emprendas nada llevado de la ira”
(10,6). Y añade: “No fue creada la soberbia para los hombres, ni el furor de la
ira para los nacidos de mujer” (Sirácide 10,22). Por tanto, hay que moldear el
carácter.
Piedras
del edificio eterno,
es un libro del Padre Pío, donde dice: Toda alma destinada a la gloria eterna puede ser
considerada una piedra constituida para levantar un edificio eterno. El
constructor pule lo mejor posible las piedras… Lo consigue con el martillo y el
cincel. Si el alma quiere reinar con Cristo, ha ser pulida con golpes de
martillo y de cincel, que el Artífice divino usa para preparar las piedras.
¿Cuáles son esos golpes? Las oscuridades, las tentaciones, las tristezas del
espíritu, los miedos espirituales, que tienen un cierto olor a enfermedad, y
las molestias del cuerpo.
Muchos problemas se resuelven con una sonrisa, y muchos problemas se
evitan con el silencio.
Heráclito de Efeso escribió: Hay
que mostrar mayor rapidez en calmar un resentimiento que en apagar un
incendio, porque las consecuencias del primero son infinitamente más peligrosas
que los resultados del último; el incendio finaliza abrazando algunas casas a
lo más, mientras que el resentimiento puede causar guerras
crueles con la ruina y destrucción total de los pueblos.
Relataré una anécdota sobre San Juan de
Como fue en la vida así fue en la muerte. “Sus pies
descalzos, que pisaron sólo espinas, hicieron florecer su camino en pos de él;
y sus labios que gustaron tantas hieles, no exhalaron más que poesía”[2].
Escribe Maria Simma: El Evangelio
no promete una vida sin Cruz. “El
Evangelio sin
En donde hay viñas, las suelen podar cada año, para que la vid dé
frutos. Cuando no se tiene el coraje para podar sólo crecen hojas. “Cuando nos
creemos dueños de nosotros mismos y con poder para juzgarlo todo, nos destruimos.
Porque no estamos en una isla con nuestro propio yo, no nos hemos creado a
nosotros mismos; hemos sido creados y creados para el amor, para la entrega,
para la renuncia, sabiendo negarnos a nosotros mismos. Sólo si nos damos, sólo
si perdemos la propia vida –como dijera Cristo- tendremos vida”. Cuando el hombre se deja podar, es cuando
puede madurar y dar fruto (Cardenal Ratzinger, La sal de la tierra, p. 179).
[1] Ms.
12738 fol. 615 (Declaración de Francisco de Yepes), en Crisógono de Jesús,
Biografía, en Obras de San Juan de
[2] Gabriel de
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