Ser fiel a Dios
Lo único importante es que yo
persevere en mi camino hacia Dios. Son bambalinas de teatro todas las cosas de
este mundo. Hemos de tener visión de eternidad. Estamos en unas circunstancias determinadas, en una labor determinada,
porque Dios lo quiere, porque es lo mejor que nos ha podido pasar.
Roy Shoeman, un judío de
Harvard que se convirtió al Catolicismo, dice que cuando Dios le hizo ver que existía, no le dijo su Nombre porque él no
estaba preparado para ello; pero él, personalmente, sintió que era amado y que
nadaba en un océano de Amor. Comprendió que todo lo que le había pasado desde
el comienzo de su vida, era lo mejor para él. Empezó a rezar todos los días una
oración hecha por él mismo: “Dime tu Nombre para saber el camino para
encontrarte y adorarte”. Y exactamente después de rezar esa oración durante un
año, de un modo insospechado para él, Dios le reveló que el que le había hecho
sentir esas oleadas inmensas de amor era Jesucristo.
Ahora, Roy
Shoeman, dedica su tiempo a rezar por los israelíes y a escribir para
señalarles el camino al Mesías.
San Gregorio Magno escribe:
“Debemos conocer la vida de los santos, para afinar en la corrección de
nuestra propia vida, y así el fuego de la juventud espiritual, que tiende a
apagarse por el cansancio, revive con el testimonio y el ejemplo de los que nos
han precedido” (Moralia 24,8). En
ellos vemos que, sólo la gracia, combinada con la humildad, podrá hacernos
fieles en la prueba.
La vida que
propone Jesucristo es ante todo una llamada a parecerse a Él, llenando de
sentido la inteligencia, la voluntad y el corazón humanos, y transformando la
vida en un proyecto apasionado de santidad –que es felicidad-, desde el
nacimiento hasta la muerte.
Así, la conducta cristiana que busca la perfección
es una moral de “respuesta” a la “llamada” de Dios. Si la llamada ha sido
gratuita y total, la “respuesta” debe ser también total. Esa moral sin grados
se manifiesta también por la altura y el alcance de las bienaventuranzas
enseñadas por Cristo; por las grandes exigencias que presenta, el Sermón de la
Montaña se constituye en un programa único para todos los que quieren seguirle.
Por ello, Santa Catalina de Siena
decía: “Si sois lo que tenéis que ser, prenderéis fuego en el mundo”.
El Papa Francisco advierte que las crisis revelan lo que hay en nuestro
corazón. Son, por lo tanto, un paso importante para el conocimiento propio.
Santo Tomás comentando a San Agustín dice que
solo hay dos bienes que pueden presentarse como absolutos, y, por lo tanto,
guiar el resto de las acciones: la gloria de Dios o la propia estima.
Nuestro paso por la tierra es un momento
insignificante y será pagado con un gozo extremo. El pago que se da a la tarea
que realizamos es totalmente desproporcionado. Es el amor a Dios el que produce
el cambio sobre la tierra y el que nos da el premio eterno.
Hay momentos en que la tarea que Él nos pide nos
puede parecer difícil, pero nuestra
vida es el conjunto de las decisiones que hemos tomado. Cada
decisión es fruto de un discernimiento bien o mal hecho. Podemos pensar que las
grandes decisiones están en el pasado, pero no están recluidas en el pasado,
las grandes decisiones están en el presente y en el futuro.
En la Pasión del Señor vemos las decisiones malas
de Pedro y de Judas, pero lo decisivo es qué viene después. Aunque las
decisiones del pasado son el fundamento, las decisiones del futuro son el
resultado. Lo que hayamos hecho es el cimiento ya pasó, pero lo que decidamos
en el futuro va a determinar el resultado. Las
decisiones más importantes no las hemos tomado todavía. Por eso en la
piedad cristiana rezamos por las decisiones finales, allí nos puede acechar la
desesperación.
Si los grupos satánicos mostraran su rostro de
maldad no seducirían. Más grave es cuando el mal se viste de bien, entonces
hablamos de seducción porque ofrecen un
bien aparente para producir un mal real.
Santo Tomás de Aquino poco antes de morir iba a
recibir el viático y cuando le llevan la eucaristía dice: “Te saludo, precio de
mi redención, por tu amor trabajé, estudié y enseñé”.
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