Absolutamente libres y felices
Un grupo de adolescentes fue interrogado por un
profesor con el siguiente cuestionamiento: Dime tres objetivos que te gustaría
alcanzar en la vida. ¡Qué buena pregunta! Las respuestas fueron variadas, pero
más o menos dentro de un rumbo común: Terminar la carrera y conseguir un buen
trabajo, viajar por todo el mundo, casarme y tener una familia, ser presidente
de México, ser una bailarina famosa, ser rico, tener autos deportivos, jugar en
el Real Madrid, tener miles de seguidores en Youtube, ser completamente libre…
Está claro que ninguno se pronunció por llegar a ser narcotraficante, tratante
de blancas, sicario, secuestrador, estafador, o funcionario corrupto… ¡Pero
luego resulta que en nuestra sociedad nos encontramos con estas lacras!
Ninguno de los chavos cuestionados dijo que le
gustaría ser un buen hijo, un buen esposo(a), un buen hermano o un buen amigo.
Ninguno deseaba ser un buen ciudadano, trabajar en pro de las clases más
necesitadas.
Detengámonos un poco en el importante tema del uso
de la libertad y su relación con la felicidad que todos anhelamos.
Tenemos una libertad limitada que depende, en
parte, de los datos que le da la inteligencia; pero no está determinada por
ésta, pues la voluntad es libre y, de hecho, es la principal facultad humana.
En resumen, la libertad no está determinada por la
inteligencia de forma obligatoria, pues aunque la inteligencia vea claramente
qué debemos hacer, la voluntad será la que decida si lo hace, y cómo lo hace.
Entender lo que es conveniente no nos obliga a actuar de la mejor manera, pues
cuando la voluntad quiere hacer algo puede manipular a la inteligencia
haciéndola inventar excusas y así justificar sus caprichos.
Muchos están hartos de todo, pero llenos de nada; y
no están dispuestos al sacrificio porque han puesto sus esperanzas de felicidad
en planes egoístas donde reinan la comodidad y el orgullo. Sin embargo, ansían
la felicidad que sólo se descubre cuando se vive la preocupación por amar y
ayudar a los demás. En eso es en lo que debemos usar nuestra libertad si
realmente somos inteligentes.
Alejandro
Cortés González-Báez
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