Buscar la intimidad con Dios
Orígenes, en su
Tratado sobre la oración cap. 25,
dice: Si queremos que Dios reine en nosotros, procuremos que de ningún modo
reine el pecado en nuestro cuerpo mortal, antes bien mortifiquemos todo lo
terreno que hay en nosotros y fructifiquemos por el Espíritu /cfr. Col. 3,5);
de este modo Dios se paseará en nuestro interior como por un paraíso espiritual
y reinará en nosotros Él solo con su Cristo, el cual se sentará en nosotros a
la derecha de aquella virtud espiritual que deseamos alcanzar: se sentará hasta
que todos sus enemigos que hay en nosotros sean puestos ante el estrado de sus pies (Salmo 99,5), y sean reducidos a la
nada en nosotros todos los principados, todos los poderes y todas las fuerzas.
Hemos de transparentar el corazón de nuestro padre del
Cielo, es decir, hemos de hacer visible a todos, el rostro el rostro del Padre
de los Cielos.
Benedicto
XVI dijo que los hombres vivimos enajenados, en un mar salado, lleno de
alienaciones, y eso porque hemos perdido nuestra identidad, sin embargo, la red
del Evangelio nos rescata de las aguas de la muerte.
Sólo cuando encontramos en Cristo al Dios vivo, sabemos lo
que es la vida. Hemos llegado a una situación en que hay más perros que niños.
La gente lleva a su perro a pasear y qué bueno que lo cuiden; pero hoy la ley
hace que pagues más por matar a un animal que a un niño.
La ley ya no es un reflejo de la realidad, es lo que yo
digo, por eso tenemos una labor fundamental: Hacer visible a todos el rostro de
Dios Padre. Y no hay que cansarnos. Nuestra vida hace visible el rostro de
nuestro Padre Dios, para que Dios reine en el mundo, pero para eso Dios debe
reinar en mí y en ti, como dice Orígenes. Por tanto, desear la gracia de Dios,
que transforma mi capacidad de querer a Dios y a los demás.
San Josemaría nos animaba a seguir de cerca al Señor, de
modo que descubramos el rumor de sus pisadas, que sintamos el aliento de su
respiración, que oigamos los latidos de su Corazón… Eso es tener cerca a Dios.
Cuando San Lucas relata que Jesús dijo: “Hoy se ha cumplido
esta Escritura”, nos hace ver que se ha cumplido lo prometido en el Antiguo
Testamento. Lo que nos dice el Evangelio es para que lo vivamos, paras que
seamos un Evangelio viviente.
¿Busco
en el Evangelio la luz que me lleve a comprender la situación de mi alma? Hay
que alimentar el deseo de ir junto a Jesús, a María y a José en el trayecto de
mi vida. La Virgen usa una comparación: La vida es tan breve como lo que dura
encendido un cerillo, comparado a la eternidad.
Acompañar a las almas es un arte. El modelo es Jesucristo y
el modelador es el Espíritu Santo. Comprender, perdonar, ayudar a corresponder
a la acción del Espíritu Santo. Hay que hacer apostolado con nuestro
comportamiento, con nuestra alegría y buen humor. Hemos de tener preocupación
por las almas y hacer presente la Trinidad de Dios en la inmensidad humana. Cristo
es el corazón mismo de la Iglesia.
Ayuda mucho tener a mano la Biblia y el Catecismo de la Iglesia Católica, ya
que es un conjunto de normas, es un código de confianza: Allí lo tengo todo. El
Papa se puede equivocar en todo lo que es humano, pero no en lo que es dogmático.
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