La pornografía y los adolescentes
LA PORNOGRAFÍA Y LOS HIJOS HUÉRFANOS CON PADRES VIVOS
Raúl de quince años
ha bajado mucho en sus notas escolares, se ha vuelto retraído, distraído, ya no
hace deporte, está debilucho, pálido, deprimido. Se le practicó el examen antidoping en su escuela y no dio positivo a ninguna
substancia.
Sus padres son convocados por la dirección de la escuela. Son
padres ausentes, pendientes de sus respectivos trabajos, con preocupaciones que
surcan de arrugas sus frentes y hacen
brillar en sus ojos la dureza de los que nunca descansan. Escuchan sin apenas comprender lo que forzado por preguntas bien dirigidas, su hijo ha explicado ante el fracaso escolar.
La historia de tantos
adolescentes huérfanos, con padres vivos.
Su hijo empezaba a descubrir su intimidad de persona
distinta al resto de los demás, por lo que pasaba largas horas en la soledad de
su habitación para estudiar, hacer su tarea, escuchar música, practicar su
afición al dibujo, y a soñar despierto en una
etapa normal de crecimiento psicológico
de plena adolescencia, en la que buscaba descubrirse a sí mismo, ser el mismo, sentirse a gusto consigo mismo. Proceso natural que fue brutalmente
interrumpido por un intruso al que sus padres permitieron la entrada en su casa.
Fue una de esas tardes entre tareas, que sin buscarla apareció
aquella escena pornográfica en su computadora de mesa: primero el penoso
asombro, luego la curiosidad y en poco tiempo el impulso y necesidad de ver más
y más. Igual las busco en su laptop que en su teléfono celular, eran accesos gratis para
verse en cualquier lugar y a cualquier hora del día, cuidándose de borrar el
historial de búsqueda.
Y comenzó la adicción.
Un día tras otro. Aprovechaba cualquier momento, cualquier
circunstancia, cualquier pretexto para encontrase solo y ansioso, sumergiéndose
en un mundo desquiciado que lo sustraía a la hermosa realidad de su joven y
prometedora vida.
Perdió gradualmente el control del tiempo, desvelándose hasta altas horas de la
madrugada buscando compulsivamente visiones cada vez más graficas de sexo
contra natura. La rica intimidad de un
ser único e irrepetible que recién descubría, se adormeció, insensibilizo,
empezó a morir y un engendro ocupo su vacío.
En su imperioso impulso supero el temor a ser descubierto, lo
que lo llevo a hacerlo frente a su familia o en plenas clases,
escondiendo el celular entre las hojas de un libro. Había dejado de sentir pena, vergüenza consigo mismo y se
alejó del sentimiento de culpa que sintió al principio. Era su secreto y nadie
lo sabría.
La causa…
Sus padres que jamás dejarían la puerta de su casa abierta para que
pudiera entrar un extraño, y que mucho menos le habrían dado una pistola
cargada o un recipiente conteniendo alguna droga o veneno, han
dejado sin embargo su hogar y a los hijos a merced de la brutal pornografía,
que entro a su casa campante marcando su existencia con secuelas muy difíciles de
superar por ser tan dañinas en lo
físico, lo psicológico y lo espiritual.
Raúl perdió su escuela,
es insincero, irascible, explosivo. Insensible a los sentimientos nobles, con
cierto resentimiento justifica la violencia como una condición criminal de su
baja autoestima y perdida de entusiasmo por la vida.
Sus padres han puesto
filtros eficaces en el internet de la casa, tanto en el ordenador como en los
móviles para los que han encontrado apoyo tecnológico, han buscado también
ayuda especializada para ellos y su hijo en la forma de atender más
profundamente el problema.
Comienza la ayuda, pero harán falta muchos días de sol para
secar el lodo y desprenderlo de las alas
de su hijo, para que pueda volar
nuevamente hacia la vida.
Y recupere de su humanidad, entre tantas cosas:
·
Su capacidad de pensamiento formal.
·
La interiorización de su vida afectiva.
·
La limpieza de su intimidad personal.
·
Su libertad interior.
·
La fuerza y la motivación por lo que es hermoso.
·
La preocupación por los demás.
·
Su capacidad de amar.
·
Su deseo de descubrir de nuevo lo que antes
había recibido pasivamente.
Sobre todo, su esperanza y deseo de vivir nuevas situaciones que le den
el sentido transcendente a su vida.
Más que nunca, su supervivencia tanto física como emocional depende de que sus
padres estén siempre disponibles para él,
compartiendo el tiempo y procurando que aprenda a ver y amar la vida a través de una sólida
moral y sana disciplina, con su ejemplo.
Que el suyo deje de
ser un grito en el silencio de tantos jóvenes abandonados al garete de sus impulsos,
sentimientos y pasiones, cuando aún no tienen la inteligencia y la voluntad
desarrolladas para el dominio de sí mismo.
La adicción a la
pornografía en los adolescentes es consecuencia de la permisividad, ignorancia y negligencia
de los padres, que han permitido a un intruso penetrar en la intimidad de la
casa para infectarla enfermando de muerte a toda una generación.
Por Orfa Astorga de Lira.
Máster en matrimonio y familia, Universidad de Navarra.
Escríbenos a: consultorio@laeteia.org
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