El Combate espiritual
“Cuando parece que se nos viene el mundo encima, abracen su
Cruz, abrácenlo a Él; y si se caen, déjense levantar por Él. En el arte de
ascender, el triunfo no consiste en no caer, sino en no permanecer caídos. No
escondas tu mano cuando has caído. Déjate agarrar la mano”, dijo el Papa
Francisco en Panamá, a los jóvenes. En otro momento particular pidió: Sean
alegres porque Jesús está en los que son alegres de corazón”.
No hay que imaginar el combate espiritual como una película
de Hollywood donde hay un grupo de gente mala que lucha en contra otro de gente
buena. Aquí la fuerza de los buenos y la victoria salen de la Cruz de Cristo, y
el combate se va ganando paulatinamente a través de la participación de los
fieles en la Liturgia. Sin la liturgia no puede haber fe, y San Juan
evangelista dice: Ésta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe (1 Juan
5,4). Cristo padece lo indecible por cada uno, porque su amor por cada uno es
personal. Es momento de acompañar de cerca a Jesús.
El bien triunfará pero antes el crisol llegará a la Iglesia
y a la humanidad para que sea purificada. El Evangelio nos dice: “Entrad por la
puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la
perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta y
angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo
7,13-14).
Se está dejando ver el lado oscuro de esta generación
porque no se ve que la Cruz sea la regla, se piensa que es la excepción. El
demonio insiste, no nos tienta y se aleja, insiste con fuerza una y otra vez
hasta que nos debilita, por eso hay que mantenerse atentos, despiertos y unidos
a lo alto.
Lo que nos protege es vivir en estado de gracia, acudir a
los sacramentos que dejó Jesucristo: la eucaristía y la Confesión de los
pecados. Para mantenerse en gracia hemos de redoblar los esfuerzos para no
decaer en la fe, la esperanza y la caridad, para ello contamos con la oración,
la penitencia y las obras de misericordia.
La fe es para Jesús bálsamo, oro, incienso, mirra, es lo
más grande que el hombre le puede ofrecer a Dios en este instante apremiante,
en donde se separará el trigo de la cizaña. La misión de cada uno de nosotros
es importante para el cumplimiento de la Voluntad divina. No lo conocemos todo,
ni sabemos todo acerca de nuestros hermanos. El enemigo persigue a los que
luchan por mantenerse en el camino correcto, anda como león rugiente viendo a
quien devorar, como dice San Pablo.
Todos somos importantes para Dios, pero no hay que estar
seguros de uno mismo. Pedro juró que no dejaría a Jesús, y lo negó tres veces.
Hemos de examinar qué pasa en nuestro interior pues podemos fallarle a Dios. No
porque hayamos penetrado en la Palabra de Dios con más ahínco somos superiores
a los demás. Todo ser humano posee un don que le lleva a ser especial y
admirable en determinado aspecto, y todos unidos formamos el pueblo de Dios.
Este instante es sumamente grave para toda la humanidad; el
mal ha llegado a pervertir a muchos. De Jesús se burlaron muchas personas,
ahora pasará lo mismo con los católicos practicantes, dirán que somos
extremistas o fanáticos. Nos llamarán locos por no vivir en la concupiscencia
en la que vive gran parte de la humanidad; pero no estamos solos, Dios nos
sostiene.
La guerra se recrudecerá mucho más, se darán persecuciones
pero el bien no será vencido porque Dios tiene un plan y, en ese plan, hasta el
demonio hará la soberana voluntad de Dios. El mal será derrotado, atado y
encadenado, y tendremos la libertad de los hijos de Dios, pero antes hay que
luchar este combate espiritual.
La humanidad vive indiferente al amor divino y se sumerge
en el mal tempestuoso de constantes pecados, los cuales tienen su raíz en la
desobediencia. Dios tiene sed de almas y el hombre tiene sed de dominio. Es
necesario iniciar el camino hacia la conversión, sensibilizando el corazón para
mirar a Jesús es nuestros hermanos los hombres. Hay que erradicar la violencia
en nosotros y en los corazones de los demás para que perdure la paz.
Hay que permanecer atentos al comunismo. ¿Qué hace un
animal depredador cuando se dispone a la caza? Espera, espera con paciencia y
observa hasta que tenga a su presa indefensa para lanzarse sobre ella.
Hay que reconocer que somos muy poca cosa y la grandeza que
nos da ser hijos de Dios. La falta de conocimiento de la Palabra de Dios
inmoviliza al hombre y le impide penetrar en el misterio del que nos hace
partícipes la Sagrada Escritura para conocer a Dios y penetrar su poder
infinito. El deseo de buscar a Dios es innato en el hombre pero a veces es
rechazado porque la humanidad utiliza sólo los sentidos corporales e ignora los
sentidos espirituales de los que está dotada el alma.
La Virgen nos protege y nos alerta en distintos lugares y
de diversas maneras. Hay que escuchar su voz, voz de Madre.
ORACIÓN: Amado Jesús mío, que del calvario pasaste a la luz
de tu divinidad, envía tu Santo Espíritu para que en este instante de prueba el
mal se aleje de mí. Sea tu Sangre preciosa defensa de mi alma y mi fe. Cúbreme
para que el enemigo no me mire y para que la tribulación me mire de lejos, para
que mi fe en ti sea amparo y para que la Madre De Dios sea mi refugio.
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