Sintonizar con los tiempos que vivimos
Hoy la
gente pide historias de la vida real, de la literatura o de la historia,
testimonios palpables, por ello hay que saber narrar, contar historias, y eso
llega más que tanta argumentación.
Actualmente,
es necesario hablar con un lenguaje que sea comprensible y que se adecúe al
nivel del público o del interlocutor; partir de los puntos comunes que se
tienen. En este diálogo s hay que conjugar los aspectos afectivos, la
inteligencia y la voluntad.
Es
preciso saber profundizar en la verdad para tratar de llegar a una sabiduría del
corazón que da plenitud a la vida. El reto que tenemos los adultos es enseñar a
pensar a jóvenes y adultos, que significa enseñar a plantearse los problemas y
a encontrar las soluciones moralmente buenas. Se trata de irnos ayudando
mutuamente a ser progresivamente capaces de decidir bien, de discernir. Se
trata de tener y de dar una visión optimista y esperanzada ante el futuro.
Un
maestro, un periodista o un padre de familia, no es sólo un divulgador de
conocimientos, sino alguien que con su empeño y atención por cada persona,
transmita un modo de vivir, unos ideales y unas convicciones valiosas para
afrontar y disfrutar la vida.
Tuve
un profesor en Roma, Carlo Caffarra, que enseñaba que hay distintos tipos de
verdades. Si el río Nilo mide 5 ó 6 mil km. no nos afecta personalmente. Esa es
una verdad no existencial. Lo que sí
afecta nuestra vida son las “verdades existenciales”: Si creemos que Dios
existe o no, si creemos que el alma es inmortal o no, pues de ellas depende el
giro que le vamos a dar a nuestra vida. Y en esas verdades existenciales es
donde muchas veces diferimos.
Siempre
es interesante escuchar el punto de vista de otros pues hay aspectos que se nos
escapan y nos ayudan a matizar o nos dan un dato extra a considerar, y siempre
es bueno tratar de entender el punto de vista del otro.
No se
trata de imponer ideas, sino de que cada uno veamos aspectos de la realidad que
quizás antes no veíamos. A veces uno me siento tan pleno al leer o ver una
serie, que quisiera compartirlo con los demás. Otras veces deseamos dar
esperanza.
Lo más
importante es que cada uno sea lo que debe ser, ¿y qué debe ser? Eso es lo que
hay que descubrir cada uno personalmente. Veamos como lo decía Martin Luther
King:
“Si
no puedes ser un pino sobre el monte, sé una hierba, pero sé la mejor hierba
pequeña a la orilla del arroyo. Si no puedes ser un árbol, sé un arbusto. Si no
puedes ser una autopista, sé un sendero. Si no puedes ser el sol, sé una
estrella, Sé siempre lo mejor de eso que eres. Trata de descubrir el proyecto
que estás llamado a realizar y dedícate con pasión a cumplirlo en tu vida”.
A
veces, muchos quisiéramos compartir la fe cristiana porque es bella y porque sólo
Jesús y su Iglesia tienen la capacidad de curar las heridas que tenemos, y de
llenar nuestros vacíos existenciales. Sin embargo, no es posible sustituir a nadie en el ejercicio de
su libertad y en sus decisiones personales, pero el diálogo no sobra, sobre
todo si hay crisis.
Sería
interesante que cada persona se planteara dos cosas: Purificar su identidad y
mostrar de modo bello lo que es bello. “Es tan erróneo cambiar en lo que no
tienes que cambiar, que no cambiar en lo que tienes que cambiar”.
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