Vive la alegría
Un
proverbio chino dice: “El tiempo que uno pasa riendo es tiempo que pasa con los
dioses”. Por eso hay que ver de cuando en cuando una película de Cantinflas. Un
proverbio persa reza así: “Recuerda que el día que naciste todos reían y tú
llorabas; vive de tal manera que cuando mueras, todos lloren y tú rías”.
- Que se aburren de ser niños apurados por crecer, y
luego suspiran por regresar a ser niños.
- Que primero pierden la salud para hacer dinero y
luego pierden el dinero para recuperar la salud.
- Que por pensar en el futuro descuidan la hora
actual con lo que no viven ni el presente ni el futuro.
El Señor Jesús le dijo a Santa Faustina: “Observa fielmente las palabras
que te voy a decir: no valores demasiado ninguna cosa exterior, aunque te
parezca muy preciosa. Olvídate de ti misma y permanece continuamente Conmigo. Confíame
todo y no hagas nada por tu cuenta y tendrás siempre una gran libertad de
espíritu; ninguna circunstancia ni acontecimiento llegará a turbarte. No
prestes mucha atención a lo que dice la gente, deja que cada uno te juzgue
según le guste. No te justifiques… Dalo todo a la primera alusión de petición,
aunque fueran las cosas más necesarias. Deja que te quiten incluso lo que te
mereces: la estima, el buen nombre; que tu espíritu esté por encima de todo
esto. Y así, liberada de todo, descansa sobre mi Corazón, no permitas que nada
turbe tu paz” (Diario n. 1685). “Si
las almas se abandonaran totalmente a Mí, Yo mismo me encargaría de
santificarlas y las colmaría de gracias aún mayores. Hay almas que frustran mis
esfuerzos, pero no me desanimo; siempre que se dirigen a mí, me apresuro a
ayudarlas y les doy el primer lugar en mi Corazón” (cfr. n. 1682). Ella
responde: “Que caiga sobre mí toda deshonra, humillación y degradación, con tal
de que resuene la gloria (de Dios) y el culto a tu Misericordia” (cfr. n.
1691).
La alegría es un antídoto a la idolatría: alegrándose, el pueblo
reconoce que no es la obra de las propias manos quien garantiza su vida,
confiesa su dependencia del donador y confía en Él. Se puede experimentar
alegría sólo si se lleva alegría a otros.
Cuando
una persona se mantiene alegre, contagia, atrae, ayuda al buen ambiente.
Sonreír significa encontrarse bien a pesar de los pesares. Nadie tiene que
saber lo que estamos pasando.
Hay que
enfrentarnos con lo que hay dentro: rencor, susceptibilidad, cansancio… Reírnos
de nosotros mismos y saber salir del yo, el yo es traicionero, nos hace creer
que tenemos derechos que no tenemos. La Madre Teresa de Calcuta, ahora santa,
decía a sus colaboradores: “Sacad vuestras fuerzas sencillamente de la alegría
de estar con Jesús. Estad alegres y llenos de paz. Aceptad todo lo que él os
dé. Y dad siempre, tome el que lo tome, con una gran sonrisa”. Efectivamente,
todas las obras de misericordia las hemos de hacer con alegría en el corazón.
Poema de Francisco Ruiz Bernadez
Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,
si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.
Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.
Porque después de todo he comprendido
por lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.
El hombre
es desdichado porque no sabe que es
feliz. San Agustín escribió: “Dios lo que más odia después del pecado es
la tristeza, porque nos predispone al pecado”.
Al
hombre le gustaría haber nacido y vivido de otra manera y así, se lastima.
El poeta Amado Nervo, después de reflexionar
sobre la felicidad, escribió: "El alma es un vaso que sólo se llena con
eternidad".
El Maestro Eckhart
escribió: "Si le dieses gracias a Dios por todas las
alegrías que Él te da, ya no te quedaría tiempo para quejarte." (s. XIII-XIV). Sé feliz porque son muchos los
que esperan participar de nuestra lumbre, contagiarse de nuestra alegría.
Unas de las máximas del Padre Pío dice: “Lo
importante es caminar con sencillez ante el Señor. No pidas cuenta a Dios, ni
le digas jamás: ¿Por qué? Aunque te haga pasar por el desierto. Una sola cosa
es necesaria: Estar cerca de Jesús.”
Guarda la alegría en tu corazón porque Jesús te ama.
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