Piensa en los demás
La página web
de la Obra dice, en junio de 2022: Al dar testimonio de nuestra fe, cuenta más
la música que la otra persona escucha, entiende e interioriza (o la que trae
dentro, digo yo), que lo que nosotros pensamos haber dicho… Jesús pregunta:
“¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” (Mt 16,13). Antes de
hablar hay que tratar de conocer lo que piensan.
Estos momentos pueden ser un regalo para reflexionar sobre
nuestra vida: ¿qué hemos hecho?, ¿qué hemos dejado de hacer y que nos gustaría
haber hecho? Si nos dieran un año de vida, ¿qué es lo que más nos gustaría
hacer?
Cristo nos dice: “Busquen el reino de Dios y su justicia y
lo demás se os dará por añadidura” (Mateo 6,33).
Puede ser importante no centrarnos en nosotros mismos, sino
salir hacia el mundo y hacia los demás, a través del teléfono, del Zoom y de
otros medios con los que contamos. Todos tenemos preocupaciones personales y,
si queremos, podemos ponerlas en manos de la Providencia. La primera condición
para luchar y vencer es no tener miedo.
Podemos suplicar a Dios que agrande nuestro corazón y
purifique nuestra mirada para que podamos descubrir la imagen de Cristo vivo en
cada persona y así seamos mejores amigos de nuestros colegas. Con nuestra
amistad colaboramos con la fraternidad, la unidad y la tarea de evangelización
que hace la Iglesia y en el mundo. En momentos de crisis es cuando se puede
hacer mucho bien o mucho mal. El amor incondicional es la energía más poderosa.
Es necesario entrar en la frecuencia de amor que trajo Jesús.
Don Mariano Fazio dice que las ideologías que prevalecen en
el mundo son el individualismo, el subjetivismo, el relativismo, pero esas
ideologías están presentes también en nosotros. Se nos meten por ósmosis. Vivimos
en un contexto postmoderno, hemos heredado grandes valores pero, a la vez,
tenemos grandes retos, desafíos culturales de notable incidencia. Estamos en un
proceso de secularización, la religión se ha marginado. “No se percibe la
ausencia de Dios como ausencia” (Heidegger).
¿Cuál es mi postura ante la Cruz? Fulton Sheen dice que la
esencia de lo satánico es el odio a la Cruz de Cristo. No podemos ser enemigos
de la Cruz de Cristo. San Luis Ma. Grignon de Monfort dice que el misterio de
la Cruz hay que aprenderlo en la práctica, en la Escuela de Jesús. Solamente
Jesucristo puede hacerte gustar este misterio. Esta ciencia contiene todas las
demás ciencias. Es la piedra filosofal que tanto buscaron los hombres del
Medioevo.
Escribe San Pablo: “la predicación de la cruz es una locura
para los que van por el camino de la perdición; en cambio, para los que van por
el camino de la salvación, para nosotros, es fuerza de Dios. Por eso dice la
Escritura: Anularé la sabiduría de los
sabios e inutilizaré la inteligencia de los inteligentes (...). Nosotros
predicamos a Cristo crucificado, que es escándalo para los judíos y locura para
los paganos, en cambio, para los llamados, sean judíos o paganos, Cristo es la
fuerza y la sabiduría de Dios” (1 Corintios 1, 17-25)
En su libro Las nueve
Rocas Enrique Susón (místico alemán) indica los diversos grados de
perfección que alcanzan los cristianos. En la última roca están quienes han
aprendido a conocerse a sí mismos y que, por lo mismo, han conseguido
abandonarse plenamente en Dios. Ellos parecen desterrados en el cuerpo y, sin
embargo, resplandecen como ángeles; tienen miedo a recibir consolación, porque
desean conformarse totalmente a Cristo crucificado. Sobre ellos se apoya toda la
cristiandad y, si ellos no existieran, Dios entregaría todo en manos del
demonio[1].
Francisca Javiera del Valle, en su Decenario al Espíritu
Santo se pregunta ¿por qué habiendo tanta gente entregada Dios, no arde el
mundo? Y responde: Porque esas personas no están dispuestas a morir a sí
mismas.
Los Apóstoles entendían a veces poco, a veces mucho, pero
cuando Jesucristo les habla de la Cruz, no entienden nada… Con el paso del
tiempo, llegaron a entender. Dicen los Hechos de los Apóstoles: «Los
Apóstoles se retiraron de la presencia del concilio muy gozosos, porque habían
sido hallados dignos de sufrir aquel ultraje por el nombre de Jesús» (Act.
5,41).
León Bloy escribió: “Aunque estuvieras sola en el mundo, la
única hija de Adán, la Segunda Persona se encarnaría y se haría crucificar por
ti (...). Eres particular e inexpresablemente preciosa, puesto que el universo
fue creado sólo para ti (...). Tu alma es tan preciosa que han sido necesarios
la Encarnación y el suplicio de Dios para comprarla”.
“Solamente cuando la Iglesia sufre se puede afirmar que
triunfa, y ella ha sufrido siempre. El sufrimiento es su patrimonio (...), su
verdadero tesoro (...): Un cristiano sin sufrimiento es un peregrino sin
brújula. Nunca llegará al calvario”. También dice León Bloy: “El dolor es una
gracia que no hemos merecido”. Sacrificio es todo lo que puede hacerse sagrado.
En Fátima la Virgen pide ofrecer sacrificios por la
conversión de los pecadores. Se trata de evitarles el infierno, rescatarles. En
la Cruz, Cristo dice: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”. Esa
frase cambia el mundo, podemos ser perdonados porque no sabemos lo que hacemos.
Si puedo ayudar a salvar almas, mi vida cambia.
En este tiempo puede resonar en nuestro interior lo que San
Josemaría escribe en Camino: “No se
veían las plantas cubiertas por la nieve. – Y comentó gozoso el labriego dueño
del campo: “ahora crecen para adentro”. – Pensé en ti. En tu forzosa
inactividad. –Dime, ¿creces también para adentro?”.
[1] Citado en el Boletín
informativo de
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