¿Entiendes la Cruz?
En una entrevista al Cardenal
Ratzinger, Messori le pidió hacer un resumen de los 20 siglos de cristianismo.
El cardenal Ratzinger contestó: durante 19 siglos los cristianos han aceptado
la Cruz, sólo en el último siglo se la ha rechazado. Es para pensarse pues
somos personas nacidas en el siglo XX.
Los Apóstoles entendían a veces poco, a veces mucho, pero cuando
Jesucristo les habla de la Cruz, no entendían nada.
Estamos
viviendo los tiempos de oscuridad espiritual más grande en toda la historia, y
a la vez, el mundo nunca ha sido más atractivo, más seductor, más hechizante
que hoy. Nunca había tenido más propuestas para que el hombre se enamore de él
que hoy.
No son contrariedades el que salgan o no las cosas. La única contrariedad
es examinarse y ver que le hemos fallado a Dios en alguna cosa. Mayita, una
señora que tuvo catorce hijos, decía con sabiduría: “Ser buena suegra consiste
en el arte de no meterte en nada en algo que te importa mucho”.
A pocos meses de que Juan Pablo inició de su pontificado, su
secretario don Estanislao, le confesó:
─ Santo Padre, quiero decirle algo: ¿Por qué no me regresa a
Polonia? Me siento muy incómodo aquí en el Vaticano, tengo pocos conocidos, no
sé manejar mucho el protocolo, desconozco mucho de cómo se deben hacer las
cosas, su agenda a veces no tengo idea cómo debo priorizarla, etcétera, estoy
muy forzado.
Juan Pablo II se le queda viendo y le contestó:
─ Estanislao, ¿qué te parece si nos regresamos los dos? Por que a
mí me pasa exactamente lo mismo.
Después de aquel momento ya no volvió a tocar el tema.
La prueba siempre es breve. Por larga que sea la existencia y áspera la
prueba, siempre será incomparablemente inferior en duración y profundidad
respecto a la eternidad y a las bienaventuranzas que nos esperan. La prueba
terrenal será breve respecto a la eternidad.
Jesús sufrió más que cualquier hombre. Él no veía el suceso del momento.
Veía las consecuencias que ese suceso tendría en la eternidad; enseñándonos que
el sufrimiento termina, pero los efectos de ese sufrimiento no terminan pues
tienen frutos de vida eterna (Valtorta).
El ser humano que sufre “completa lo que falta a los padecimientos de
Cristo”. En la dimensión espiritual sirve para la salvación de muchos: es un servicio
insustituible. No hay otro camino para salvar al mundo: la Cruz, el sufrimiento. Jesucristo, que es Dios,
no escogió otro camino que éste para ser Salvador. Dios quiere que sepamos que
la gloria se convertirá en Gloria para nosotros pero en la otra vida.
Lo que determina la calidad de vida, dice Víktor Frankl, es la libertad
de elegir cómo responder a cada situación. Si actuamos negativamente, se
registra en el cerebro y queda como norma, pero podemos modificar esa conducta
y poner pensamientos positivos, y eso también se hace norma.
Santa
Margarita María de Alacoque cuenta: “Un
día se me apareció el Sagrado Corazón y me dijo: ¿Cuál prefieres de estas dos
gracias?: La salud del cuerpo, la alegría del alma debida a la confianza de tus
superioras, la estima y el afecto de tus compañeras y el aprecio de la gente,
o, la enfermedad, la prueba de la desconfianza de tus superioras, el desprecio
de tus compañeras y cien sufrimientos más”. Como Margarita María era
inteligente le contestó al Sagrado Corazón: “Tú
elige por mí”. Y Jesús le respondió: “por
elijo
“Tenemos una idea equivocada de la Cruz y de lo que es estar en
guardia”, le explica Jesús a Marga, la cruz no es derrota, no es pesimismo y
flojera, ni es negatividad. “La cruz os hace libres. Con ella vivís en gracia y
perseveráis. Os da la fuerza y os llena de vida, de vitalidad. La cruz no
invita a la derrota sino a la victoria. Por mi Cruz os vino el Espíritu. No
habéis experimentado todavía lo que es el Espíritu. El Espíritu Santo es
alegría, es plenitud. La cruz es vuestra gloria. ¿Estáis en guardia cuando no
oráis ni veláis? ¿Lo estáis cuando no ayunáis ni os sacrificáis? Sin oración y
ayuno no podéis estar en guardia. Estáis descansando. Y viene el enemigo y os
ocupa con siete demonios más que al principio (Mt 12,45). Os encontráis en un
crudo combate del que nadie puede salir vencedor sin las dos cosas… Quiero que
vuestros rostros reflejen mi Alegría. Si alguno no es alegre es porque no está
pleno. ¿Qué es lo que busca el mundo? La alegría, la alegría del Resucitado. Lo
que pasa es que aún no lo saben” (El
triunfo de la Inmaculada, pp. 28-29, www.radiochronos.com).
El amor a la Cruz es algo que no sale espontáneamente. ¿Por qué
habrá querido Dios el camino de la Cruz? Es algo misterioso, pero sin
sacrificio no hubiera sido posible la gloria de la Resurrección. La Cruz es signo
del triunfo del amor.
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