¿Qué bienes reporta la lectura?
“La
sabiduría hace al sabio más poderoso que diez gobernantes en una ciudad”
(Qohélet).
Los
libros, las mentes y los paraguas sólo sirven si se abren.
Hay quien tiene mucha información, pero poca formación. Un alumno de secundaria debe
leer alrededor de 100 libros en esos tres años. También debe aprender que no
todo lo que dicen los libros es cierto. La lectura se dirige a los sentidos internos, exige un esfuerzo de
asimilación y de imaginación; en cambio cuando el cine presenta las imágenes,
son los productores los que hacen el esfuerzo, y se dirigen a los sentidos externos.
- La lectura no sólo proporciona información, sino que crea hábitos
de reflexión, análisis, esfuerzo y concentración. Y recrea, hace gozar,
entretiene y distrae.
- La lectura ayuda al desarrollo y perfeccionamiento del lenguaje.
Mejora la expresión oral y escrita y hace el lenguaje más fluido.
- La lectura matiza las relaciones humanas, enriqueciendo los
contactos personales.
- La lectura no sólo alimenta nuestro
espíritu, también crea un estilo de vida más pausado.
- La lectura ayuda a escribir y a hablar de
modo correcto. También ayuda a tener más vocabulario y constituye un modo
de descansar.
Hay necesidad de que
la cultura llegue a todos a través de lecturas y medios audiovisuales. Uno
puede tomarse la lectura como una actividad divertida y motivadora. A los bebés
les encanta escuchar las voces humanas. ¿Qué mejor manera de ayudarles que
recitándoles poemas para que afinen su oído?
La literatura tiende a manifestar la manera de
ser propia del hombre, sus
problemas y sus experiencias en el intento de conocerse a sí mismo y al mundo,
y se esfuerza por conocer su situación en la historia y por dar sentido a sus
dolores y alegrías.
La lectura de obras
literarias de altura constituye una fuente de conocimiento. Nos permite
comprender por dentro la vida de sus
procesos de edificación o destrucción.
Más de uno tenemos la
experiencia de lo que ayuda leer vidas de santos: de Francisco y Jacinta Marto,
Padre Pío, Santa Teresa de Jesús, Santa Teresita de Lisieux, San Juan Bosco,
San Josemaría, San Juan de la Cruz... San Gregorio Magno decía en el siglo VI:
“Debemos conocer la vida de los santos para atinar en la corrección de nuestra
propia vida... y así, el fuego de la juventud espiritual, que tiende a apagarse
por el cansancio, revive con el testimonio y el ejemplo de los que nos han
precedido” (Moralia, 24, 8.15). San Pío de Pietrelcina decía: “En los libros
buscamos a Dios, en la oración lo encontramos”.
Ser intelectualmente
cristianos significa identificarse con lo
que Cristo dijo, tener conformado el pensamiento con esa doctrina; es
decir, vivir y actuar, pensar, construir la propia existencia como una persona
dotada de conciencia cristiana.
San Antonio María Claret decía: “Uno de los medios que la experiencia me
ha enseñado como el más poderoso para el bien es la imprenta. No todos pueden
oír la divina Palabra, pero todos pueden leer un buen libro. El predicador no
siempre podrá estar predicando, pero el libro siempre estará diciendo lo mismo,
nunca se cansa, siempre está dispuesto a repetir lo mismo, una y mil veces. Hoy
día la lectura de libros buenos es de absoluta necesidad. Los libros han de ser
pequeños porque la gente anda de prisa”.
Hay gente que
fanfarronea y dice: “Yo leo de todo”. El alimento podrido no lo comen ni los
animales, ¿vamos a alimentarnos de lecturas “podridas”?... Bajo el pretexto de favorecer la cultura se autorizan las lecturas más
perjudiciales en las que los gérmenes de la lujuria y de los errores
filosóficos y teológicos se arrojan sin parsimonia.
Hay que saber que
existen revistas y libros que deberían de estar prohibidos, ¿cuáles son? Los
que suponen un peligro real y efectivo porque justifican la deshonestidad, la
corrupción, el suicidio, la superstición, magia, evocación de espíritus. Una
experiencia de siglos muestra que los libros erróneos o contrarios a la moral,
son un peligro individual y social. La historia atestigua que el ser humano con
frecuencia se deja seducir por la apariencia de verdad que siempre hay en todos
los errores.
Las personas que han leído autores clásicos
tienen una visión más penetrante de la realidad. Leer autores valiosos alza el
nivel del pensamiento, ayuda a amar y a conocer la verdad sobre el mundo y
sobre el ser humano.
Leer ayuda a matizar, a razonar y participar
en el debate cultural que se refleja en los medios de comunicación y en la vida
diaria. Además, la buena literatura, clásica y contemporánea —narrativa,
dramática, poética—, ha contribuido siempre a la formación ética y a la
educación de los sentimientos, aspectos esenciales de la madurez humana.
Leer textos literarios de calidad contribuye a
nuestra formación personal porque nos impulsa a movernos en distintos planos de
realidad y a ver cómo ciertas realidades y acontecimientos integran dos o más
modos diferentes de realidad. Esta flexibilidad mental amplía considerablemente
nuestra visión de la realidad y de la vida. Alfonso López Quintás aconseja
acostumbrarnos a descubrir al vuelo el plano de realidad en que nos estamos
moviendo en cada momento o se mueve el personaje de una obra literaria o la
persona con la que conversamos es un paso indispensable para pensar con rigor y
orientar debidamente la vida.
¿Me quiero conocer a mí mismo?: Lee a los clásicos
Los clásicos ¿quiénes son? comprenden muy bien
la complejidad del ser humano, nadie se entiende perfectamente a sí mismo.
Shakespeare hace decir a Hamlet que el hombre tiene mil conflictos por la
herencia de la carne. Jorge Luis Borges, escritor argentino, dice: Para mí soy
un ansia y un arcano (misterio), una isla de magia y de temores. Hace una
explicación perfecta de lo que es el misterio humano porque domina la expresión
escrita. Es una delicia disfrutar con estos grandes hombres.
Comentarios
Publicar un comentario