El estancamiento emocional
Hace unos
años, lo propio de la juventud era el entusiasmo, la alegría, los grandes
ideales. Ahora, esta generación vive un estancamiento emocional. En los jóvenes
hay poca ilusión por la vida, y no sólo sucede en los jóvenes sino en personas
de otras edades. Hay depresión y ansiedad, tenemos 25% de la población la
padece, y muchas personas no son tan conscientes de ello, se acostumbran a
vivir con ello. La vida se les ha vuelto una losa pesada.
El cardenal Paul Poupard observa: La emoción
es el nuevo nombre de la “evidencia”. Cuanto más intensa es la emoción, tanto
más fuerte es la certeza de la “verdad” experimentada. La emoción abre de
alguna manera detrás de sí, un una sensación irrefutable, cuya verificación es
campo casi exclusivo de la subjetividad; cuyos datos vienen de este modo
asignados a eventuales producciones internas.
Culturalmente las manifestaciones afectivas entre familiares, amistades o parejas de prometidos, para no hablar de algunos lamentables espectáculos urbanos, han tenido un notable crecimiento en la exterioridad pública.
La palabra emoción se ve en muchos campos polarizada a dos estados casi antagónicos: la depresión, como ausencia de una carga estimulante para vivir, y el placer, realidad de intensa gratificación sensorial, que abruma la inteligencia con el peso intenso de un presente armónico, con un deseo insaciable de felicidad que comienza a ser satisfecho.
De este modo, la emoción no sólo viene conectada con la ética, “conocer el modo menos doloroso y más veloz de gozar un instante, se vuelve una máxima sapiencial de nuestra era”. Lo fugaz, lo contingente, la veleidad, deviene principio absoluto de veracidad y bondad. Lo transitorio sustenta ahora la estructura de la razón y de la voluntad, y el ser, la entidad, no aparece sino exclusivamente en los rasgos del sentir. Los bienes inmediatos y verdades pasajeras conforman ahora el paisaje de lo contemporáneo, un paisaje tanto polifacético como absurdo.
Al colocar la emoción como criterio de veracidad, las caricias reemplazan a la fidelidad y la honestidad reciba el relevo del oportunismo. Se puede decir, que el hombre y la mujer contemporáneos se perciben a sí mismos como realizados, cuando la intensidad de las emociones gratificantes rebasa en su duración, el impacto de las sensaciones de insatisfacción, frustración o fracaso. No es el fracaso en su objetividad lo que más agobia, cuanto la sensación de dolor de la que se pretendía escapar la que destruye. (Hasta aquí Poupard).
El suicidio
aumenta, lo que habla de un estado de salud social deteriorado. Nuestras circunstancias actuales no son
nuestro destino. Podemos cambiar la situación. A veces vemos la vida como
si todo lo que estamos viviendo se para, como una fotografía, y no es así, la
vida sigue. Podemos provocar que el siguiente momento sea igual o no lo sea. El momento más oscuro de la noche es antes
del amanecer. ¡La vida es maravillosa! Tiene tonos claros y oscuros, como
una pintura ilustre, sin esos tonos diferentes, no habría cuadro.
Somos libres
porque llevamos el timón de nuestro barco, en las borrascas y en las épocas de
bonanza. Puedo tener una vida fallida o una vida lograda. Hay ciudades zombies
en Estados Unidos, como Kensington (Filadelfia), donde se consume mucha droga y
hay prostitución y muchos delitos. El fentanilo los vuelve zombies. Es quizás
el barrio más peligroso y triste de ese país. En realidad, todos estamos destinados a la grandeza. Somos libres y forjamos
nuestro propio destino.
Hay tres
obstáculos para lograr una vida plena: Pensar que la plenitud de la vida te la
va a dar el dinero. El dinero no produce felicidad. Hay gente que sustituye la
vida por el placer; si no puedo contestar el para qué de la vida, no encuentro
la respuesta que necesitamos.
El poder desmedido
nos nubla la vista, nos eleva y nos estrella, nos saca de la realidad. El poder corrompe y el poder absoluto
corrompe absolutamente, decía Lord Acton, historiador católico británico.
No podemos
pensar “estamos mal y así nos vamos a quedar”.
Hay que
ejercer la libertad, en su concepto real. Ser libres es tener autodominio. Si tengo
que ir a trabajar, suena el despertador y lo apago, eso ¿es un acto de libertad
o de debilidad?
Preguntarnos
¿cuál es el propósito de mi vida? No saber contestar nos debe poner en alerta. Es necesario preguntarme ¿qué
me mueve? Si no tengo la respuesta, debo buscarla y encontrarla. Viktor Frankl
dice que siempre se puede encontrar sentido a la vida. Si libro El
hombre en busca de sentido es una lectura que puede ser de gran ayuda.
La libertad
se vive dentro de la ley, ya que la libertad no es libertinaje.
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