El acoso sexual
No existen unas características comunes a todos los
acosadores, pero se pueden mencionar algunas.
La personalidad del acosador en muchos casos, es dominante
y posesivo. Es dominante pues quiere que la víctima haga lo que él
quiere, decide y manda, y a la víctima no le da oportunidad de poner condición
alguna. Son pocos tolerantes con los distintos puntos de vita sobre el modo de
trabajar o de actuar, quiere que las cosas se hagan a “su manera”, es decir, no
se puede discrepar con él: es intransigente.
El acosador es sutil con su víctima, sabe usar la
palabra adecuada y, cuando ve que la víctima le escucha, dice palabras más
fuertes, viles y léperas. De este modo impacta a la mujer y la empieza a
envolver en sus redes. Si tiene estrés en su trabajo, luego ejerce presión
en las mujeres para desactivar su estrés, y puede llegar a obsesionar a su
víctima con sus palabras y amenazas. Utilizan la sensación de poder como
“ansiolítico”.
El acosador es obsesivo sexual, anda buscando
mujeres solteras, viudas o comprometidas porque tiene obsesión por
conquistarlas. Cada conquista es un trofeo, sobre todo si esa mujer es difícil
y logra vencer sus principios morales. El acosador no sabe amar, no se siente
satisfecho más que un momento, para luego volver a sus andanzas. Hay acosadores
de dos caras, hipócritas, que se dicen “creyentes”, pero en el fondo sólo se
aman a sí mismos y, en su corazón tienen un altar enorme a su yo.
El acosador quiere tener el control sobre todo lo
que pueda: mujeres, dinero, contrato, minucias. Es necio, tozudo y de un rígido
autoritarismo. Saben abrirse camino en las empresas pues son hábiles y
seductores. Son personas frías, narcisistas -enamoradas de sí mismas- y calculadoras. Saben utilizar para su
provecho el vínculo de la subordinación para esclavizar a los otros. El acoso
verbal incluye insultos, amenazas, comentarios sexuales inapropiados o
provocaciones; otras veces añaden etiquetas ofensivas.
Existe en él un trastorno paranoide en su
personalidad. Es decir, es una persona que manifiesta desconfianza y sospecha
generalizada y persistente hacia los demás, interpretando sus motivos como
maliciosos o amenazantes pues creen que los demás quieren explotarlos o
engañarlos. En otras palabras, como dice el refrán, “todo león piensa que los
demás son de su condición”.
Por algo Dios nos regaló un Ángel de la Guarda o Ángel
custodio, para que nos encomendemos a él cada mañana y cuando viene una
tentación.
¿Y sus víctimas?
La psicóloga Marina Pereda dice: Cualquiera puede ser
víctima de acoso psicológico. Hay personas más vulnerables porque son jóvenes e
ingenuas, no conciben que una persona pueda ser tan malvada, entonces no le
hacen frente desde el principio. La persona pacífica tarda en ver la trampa que
se avecina.
Hay mujeres que se disfrazan de hombres para evitar el
acoso. Otras le dicen al agresor: “¡Cállate la boca ya!”, y se retiran de él de
inmediato. Otras mujeres han aprendido técnicas de defensa personal si el
agresor las toca o las acaricia.
Personas brillantes, eficaces, trabajadoras, con elevada
capacidad empática, comprensión del sufrimiento ajeno e interés por el
bienestar de los demás, pueden ser sus víctimas. El atacante tiene instintos
pervertidos. No estaría de más aprender técnicas de defensa persona.
Están en YouTube (https://youtu.be/BXoV1YMwvcM).
Cuando una mujer se da cuenta de que el acoso empieza por
una llamada telefónica, debe colgar de inmediato y no dar explicaciones:
“Tú eres casado”, porque eso ya lo sabe el acosador. Ante la tentación, hay que
cortar de inmediato. Único consejo: No dialogar con la tentación.

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