Contar historias
Contar historias es el arte de narrar relatos para
entretener, educar, persuadir o transmitir un mensaje. Las historias les gustan
a los niños, adolescentes o adultos.
Hay muchas historias que impactan en nuestra mente,
que “nos atrapan” porque son puentes, algo en nuestro interior nos dice que son
reales en algún sentido y luego tienen algo mágico. Cuando uno queda atrapado
en el sentido bello de la palabra, el inconsciente empieza a vibrar con esa
historia, y vibran nuestros órganos. Es dar recursos a alguien que no los tenía.
Cuando el ser humano tenía un fuego para calentarse,
lo que hacían era contar la historia del mamut. Aristóteles decía que el ser
humanos quiere saber, quiere conocer. Buscamos una explicación, que nos rebaja
la explicación de lo desconocido. La Iliada y la Odisea son obras
fabulosas. Explican de manera clara y creativa la realidad. Con la caverna de
Platón entiendes porque los que están dentro ven una realidad y los que están
fuera comprenden más esa realidad.
Todos los mitos que han sobrevivido llevan a la
perfección del ser humano. Por ejemplo, el Señor de los anillos, vemos lo que
es el poder, el anillo. Aparece Frodo, el que no tiene ni estatura, pero
muestra lo más hermoso del ser humano, poder apartar su ego de la ecuación.
El Dr. Puig dice que las historias nos ayudan a tener
un entretenimiento que trasciende el mundo obvio, te invita a un viaje de
transformación, son leyendas que te ensanchan el alma para intuir que hay
realidades más profundas. En las personas vemos cualidades o vicios que nos
ayudan a entender nuestras vulnerabilidades.
No beneficia lo que vemos y lo que no vemos. A veces
contamos nuestra propia historia cuando hay un vínculo, y eso está asociado a
todo tipo de ventajas en la salud, tanto en el cerebro como en el corazón. No
hay que estar en estrés crónico, y para funcionar bien necesitamos la
vinculación afectiva. Nos ayuda encontrar a una persona que nos escucha y no
nos juzga. Al final todo son relatos. Un elemento clave es que nos hablen con
un lenguaje con el que podamos conectar.
Si hablamos con personas que trabajan en la
agricultura, hay que hablar en esos términos. Todos pasamos desafíos. Hay un surco
en la tierra, el agua corre por ese surco. Si quieres cambiar tendrás que hacer
un nuevo surco en el cerebro. Hay que entender el contexto, y estar atento a su
lenguaje no verbal. Hay que reconocer las dificultades por las que pasan las
personas. Hay que procurar tener empatía con ellas. Una conversación que nos
engancha se hace con una persona que nos conoce y nos da una propuesta de
mejora; tiene un componente de ciencia y otro de arte.
El sitio que decide es el inconsciente, pero para
llegar a él la conciencia tiene que dar permiso. A quienes nos ayudan les
interesa conocer nuestro inconsciente, pero no se va a abrir si no lo quiere
nuestra voluntad.

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