Educar el temperamento
El
carácter es un modo estable de ser y de actuar. Todos tenemos carácter, pero no
todos tenemos buen carácter, es decir, bien educado. Un buen carácter tiene:
Voluntad firme en la dirección adecuada y virtudes. El adolescente
busca la gratificación inmediata. Y esto es lo que le impide avanzar a buen
paso, Hay que proponerles el auto control, que genera paciencia y metas
ambiciosas. El adolescente quiere amar y sentirse amado.
Piedras
del edificio eterno,
es un libro del Padre Pío, donde toma una imagen de los Santos Padres, dice: Toda alma
destinada a la gloria eterna puede ser considerada una piedra constituida para
levantar un edificio eterno. El constructor pule lo mejor posible las piedras…
Lo consigue con el martillo y el cincel. Si el alma quiere reinar con Cristo,
ha ser pulida con golpes de martillo y de cincel, que el Artífice divino usa
para preparar las piedras. ¿Cuáles son esos golpes? Las oscuridades, las
tentaciones, las tristezas del espíritu, los miedos espirituales, que tienen un
cierto olor a enfermedad, y las molestias del cuerpo.
José María Pemán escribió un cuento sencillo con fondo de Cuaresma. Relata:
Arrondo, Jefe de negociado en un ministerio, había anunciado con
tiempo que aquella Cuaresma pensaba dejar de fumar en plan penitente. Aquellos
pitillos o cigarrillos cuaresmales renunciados aparecían a sus ojos como
una buena inversión a largo plazo. Durante la noche del martes al miércoles de
Ceniza, ya no podía parar, acostumbrado como estaba a meterse en la cama con un
pitillo en la boca. No paraba. Su mujer insinuaba.
‑ Es la primera noche, Julián.
El se indignó ante la creencia de que su renuncia fuese heroicidad
de unas horas. Anunció que toda
‑ ¡No dormiré!
‑"No dormiremos", coreó ella dulcemente.
Ahorramos relatar cómo se fue agriando progresivamente el humor de
Julián Arrondo y la paciencia de su buena esposa. Pero, mire usted por dónde,
que al final vino a morir el penitente, porque andaba con la tensión bastante
alta y las venas endurecidas. Horas después San Pedro le concedía un lugar
modesto en el cielo, muy cerquita de la puerta. Pero Arrondo no estaba
satisfecho. Pensaba que tenía derecho a algo más.
- «No entiendo. Pasé toda
Curioso, porque el Apóstol no había encontrado nada por el estilo
en el libro donde se apuntan nuestros méritos. Volvió a abrir el libro de la
gran contabilidad, donde a dos columnas estaban anotados los nombres de los
acreedores y los méritos contraídos. Recorrió con su dedo magistral las
columnas de
«Arrondo (Señora de... ). Y al lado, en la columna de méritos de
ella: Una Cuaresma sin fumar su marido».
A veces
los hijos adolescentes se van a las disco o a los antros, y los padres no se
enteran ni de cómo se divierten ni del peligro que corren. Otras veces, los
dejan ir por un mal entendido afán de autonomía o independencia. Los padres
quieren que sus hijos sean felices, pero no saben el camino para llevarlos a
ella, que es el camino de las virtudes cardinales, de la exigencia personal y
de la comprensión.
Si los
padres supieran a fondo lo que hay en las disco, no dejarían ir a sus hijos.
Hay alcohol de pésima calidad, hay droga, hay prostitución y hay “carne” .El
ruido no permite que la gente se conozca, ¿a quiénes van a conocer allí?
Asistir periódicamente a esos lugares los va desensibilizando, y empiezan a perder
la noción del bien y del mal.
El
carácter de un hombre es su destino. Todos desearían que las personas que están a su cargo
fueran de una pieza: sinceras,
armoniosas... es decir, personas de carácter. El carácter es la cualidad humana
gracias a la cual las potencias superiores –inteligencia y voluntad- predominan
sobre las potencias inferiores.
Cuando
una persona se deja guiar por la sensación de los sentidos, por las tendencias
sensibles o por el sentimentalismo, decimos que tiene un carácter débil. Cuando
decimos que alguien tiene mal carácter,
nos referimos a que se deja llevar por la ira, por el capricho o por el “qué
dirán”, que finge, y no se muestra como es. Se dejan llevar por impulsos
sensibles, sin intervención alguna de la inteligencia.
Cuando
la voluntad se deja influir por los sentimientos más que por la inteligencia,
ésta sufre una atrofia en su papel orientador de las tendencias de la voluntad Ello ocurre cuando el
sentimiento prevalece sobre la razón. Si los sentimientos son buenos y, además,
siguen a la razón, las acciones serán perfectas. La costumbre de que la
voluntad siga al sentimiento constituye el centro de muchos malos hábitos y de
las conductas desacertadas. Debe de haber armonía entre racionalidad y
afectividad.
Una
persona no vale por lo que es ni por lo que tiene sino por lo que decide. ¿Cómo lograr que los hijos
decidan bien? Es una cuestión no resuelta del todo. Decidir correctamente es
decidir a favor de la propia persona. Hay actos de la voluntad que por
concordar con el bien del hombre, la
amplían y fortalecen; y hay actos discordantes del bien humano que la
encogen y debilitan.
La
decadencia moral alude sobre todo a la falta de carácter. El oficio de padres
se define, antes que nada, como el de formadores del carácter de sus hijos. Y
la primera condición es que el amor de los padres hacia sus hijos sea
constante, lleno de confianza y responsable (Cicerón). La educación del
carácter es una prolongación del amor conyugal. Los padres tendrían que amarse
de manera constante, llena de confianza y responsable.
Se
hizo una encuesta sencilla en Estados Unidos en la que se preguntaba: ¿A quién debe culparse por la decadencia
moral del país? De los encuestados, el 77% coloca en primer lugar la
ruptura de la familia; otros contestaron que a la televisión o a los problemas
económicos.
El
carácter tiene un denso coeficiente de autodominio. Pero los padres de familia
pueden también tener su sistema, como
tenerlos cortos de dinero: no caer en la
facilonería de darles todo lo que pidan; mantener una vigilancia prudente,
para orientarles positivamente sobre los ambientes y diversiones que frecuentan;
fomentar la afición a lecturas sanas; enseñarles a cuidar los objetos
personales y a prestar pequeños servicios en la vida de la casa: en síntesis,
inculcarles el espíritu de laboriosidad –porque el trabajo es el más seguro
capital-, y el afán de generosidad ante las necesidades de los demás.

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