La magia de la lectura compartida
Hay grandes libros en el
mundo y grandes mundos en los libros.
Para
los niños no hay nada comparable a leer una historia o un cuento con papá o
mamá. Las narraciones los relajan y los estimulan. La lectura compartida es
beneficiosa para padres e hijos, y más si se trata de la vida de los santos,
que invitan a amar a Dios y confiar en Él. Hay quienes gustan de leer la vida
del Santo del día.
El beneficio más importante de leer
con los hijos es el tiempo que padres e hijos pasan juntos. Sentado cerca a tu
hijo, él tendrá una sensación de bienestar y seguridad, que permitirá afianzar
los lazos de la sangre y conocerse todavía más. Ayuda también hacer descansos,
pausas, para comentar sobre lo leído. Por ejemplo, si leen la vida de Carlo
Acutis, se puede apreciar su devoción amorosa hacia la Misa.
Al leer una historia en voz alta,
tus hijos aprenderán a seguir los relatos de principio a fin incorporando, al
mismo tiempo, nuevo vocabulario. Leer vidas de santos despiertan en los niños
el afán de ser mejores, de hacer oración, de sacrificarse por los demás, de
saber que ellos también tienen una vocación a la santidad. Aprenden a que
pueden volar alto si tratan a Jesús, como lo hicieron los Apóstoles y las
santas mujeres.
Cuando yo era niña, se vendían
historietas de Vidas Ejemplares, de la editorial Buena Prensa, en los kioskos
de periódicos. Mi papá nos daba poco dinero en efectivo, los domingos, y con
eso nos alcanzaba para comprar dos o tres historietas ilustradas de vidas de
santos. ¡Cuánto disfrutábamos con su lectura! El encanto de estas vidas ha
ejercido una influencia decisiva en el corazón de muchos niños y ha sembrado
grandes ideales en su interior.
Bruno
Le Maine, ministro de Finanzas de Francia, dice que la lectura es un placer
inmenso que va a abrir nuestra imaginación, que nos va a permitir abrirnos a
mundos radicalmente nuevos, que nos permitirá saber quiénes somos, que va a
poner palabras a aquello que sentimos, y que ni siquiera sabemos sobre
nosotros. Y una persona totalmente desconocida como es el escritor o el poeta,
nos susurra al oído cosas que nunca habríamos comprendido sobre nosotros, si no
lo hubiéramos leído en el silencio de la lectura.
Aprendemos
más sobre el deseo de heroísmo leyendo la biografía de San Felipe de Jesús que
leyendo historias de brujos. Con Fray Escoba se aprende más sobre la abnegación
y los buenos sentimientos que con La isla del tesoro. Y las palabras de Martín
de Porres nos van a alentar porque comprenderemos que muchos experimentan esos
sentimientos, que somos parte de una comunidad que siente las mismas cosas, y
que no estamos solos.
La
lectura ayuda a niños y a jóvenes a alejarse de las pantallas. Las pantallas
devoran, la lectura alimenta. Esa es la diferencia. Las pantallas vacían, los
libros llenan. Está claro que es un combate, porque las pantallas son lo fácil,
captan la atención. Saben dar estímulos cada 5 segundos, cada 10 segundos, que
obligan a seguir pegados a la pantalla. Eso no ayuda a desarrollar la libertad.
La lectura es un arma de libertad. Muchas veces las pantallas pueden
convertirse en instrumento de sometimiento, no me refiero al cine. Las
pantallas nos pueden someter en el consumo, en el comportamiento, en las
prácticas, en los gestos para orientar nuestros pensamientos, para
formatearnos. Las palabras nos dan libertad para construirnos y para ser
quienes somos. La literatura y los libros nos permiten descubrir hasta qué
punto somos únicos.
Algunas narraciones nos pueden hacer capaces de pequeños heroísmos, incluso
de ser mártires si es el caso, de ese modo los niños y jóvenes adquieren
experiencia de cómo distinguir el verdadero amor del falso.
Juan Diego y los
pastorcitos de Fátima nos revelan como los humildes son los favoritos de Dios y
de la Virgen María. Se pueden encontrar vidas de santos breves, de alrededor de
25 páginas en Buena Prensa, y también en internet.
Se
recomiendan algunos libros para adolescentes: Rafael Pérez y Pérez, La
doncella de Loarre; Rafael Pérez y Pérez, El hombre del casco; Nicolás Wiseman,
Fabiola; Pedro Antonio de Alarcón, El escándalo.
Libros para
personas con más cultura:
La chica de los siete nombres. Historia de una huida de Corea del Norte. Hyeonseo
Lee. David John. Paidós; Quemar la noche. Mi viaje desde la indigencia hasta la
Universidad de Harvard. Liz Murray. Ed. Aguilar; Un lugar en el mundo.
Katherine Marsh. Trata de un adolescente de 14 años, migrante de Siria; La niña
del arrozal. José Luis Olaizola. Prostitución infantil; La elegancia del erizo.
Muriel Barbery, Seis Barral. La vida interior de una niña, importancia de las
cosas pequeñas.

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